DIGNIDAD

sábado, 9 de septiembre de 2023

SI ZASCANDIL, MALASOMBRA

 

En 2014 nos dio por volver a India. Fuimos al sur, esa vez. En Kumili, población de Kerala, estado que es muga con Tamil Nadu, asistimos a un espectáculo que recomiendo, el Kathakali.

Allí la lengua que hablan se llama malayalam. Tiene una grafía distinta de la nuestra. Y de la de sus vecinos, los tamiles. Ambas, además, se escriben con alfabetos distintos del hindi, que también es distinto del urdu, del panyabí... en fin, hay en India, que yo sepa, 22 lenguas con alfabetos distintos entre sí. Son, además, lenguas que ya hace siglos que existen y que, además, están muy vivas.

En aquel lugar habría doscientas personas, alto o bajo. Los únicos occidentales, Mariajosé y yo. Los demás, indios turistas, que los hay y muchos. Había familias del Punjab, de Tamil Nadu, de Varanasi, del Rajastán, de Guyarat, de Maharastra… incluso del Himalaya (habría de más sitios, pero, que me conste, de los que menciono).

El espectáculo empezó con una introducción. Yo no me habría enterado de nada si hubiera sido en malayalam o en cualquiera de las otras lenguas de ese maravilloso país. Probablemente, muchos de los otros espectadores también se habrían quedado a dos velas. Pero el maestro de ceremonias nos habló en inglés. Llamé la atención de mi mujer sobre el día en el que estábamos: era el día 9 de noviembre. Entendió en seguida qué quería yo decirle: este hombre quería comunicarse con el auditorio.

El ánimo o la intención de entenderse quienes se dedican, o deben dedicarse, a procurar la convivencia de los ciudadanos, debiera ser, creo yo, el primer punto. Las 350 personas que están en el Congreso de los Diputados de España saben castellano.

El 1 de octubre de 2017 volvió a liarse la cosa en Cataluña. A finales de ese mes, los de ERC dijeron de uno que era un traidor por no declarar la independencia. Poco después, cuando el 27 la declaró, le dijeron tarado. Y, luego, huyó. Pues bien, ahora, ese al que dijeron tarado, que no es diputado, parece que se ha erigido en negociador con los representantes del pueblo español. Pone unas condiciones para que el grupo del que parece que es socio dé el visto bueno a la investidura de algún presidente del gobierno que sólo a él beneficiarían (y, bueno, de paso, a los otros que le acompañaron en su huida). Mientras, se quedaron aquí, y fueron a la cárcel, algunas de las eminencias que procuraron aquel asunto, es decir, los que dieron la cara. El caso es que, si se empecinan en no facilitar, o auspiciar, la formación de gobierno del estado que tanto dicen odiar, habría que volver a celebrar elecciones. Y en ese caso, y mira que no soy proclive yo a los vaticinios, esa formación que ha delegado en él estoy seguro de que obtendría muchos menos votos y, por ende, diputados, de los que ya le van quedando. Lo que a ese señor de Waterloo le debe importar poco.

Si no fuera porque me revienta la incapacidad por salir de estos atolladeros quienes tienen el deber de entenderse para hacer posible lo necesario -expresión que usó mi querido Perico Arrojo y me gustó y la repito-, podría resultarme hasta divertido que se repitieran las elecciones y ver las caras que se les quedan a más de uno de los que tanto gustan de estorbar y molestar.


sábado, 22 de julio de 2023

LAS CONVENIENCIAS

 


             Nos encontramos la semana pasada en Málaga con un amigo muy querido al que hacía mucho que no veíamos, Rayul Tayib.

            Ya en Tauste, Mateo lo recordaba. Recordaba que, cuando se jubiló, hace unos veinte años, nos invitó a un ágape en La Cónsula, que, por supuesto, disfrutamos. Y también que, en los postres o en las copas, le preguntó si siempre había sido de izquierdas. Por situar la cosa, diré que este amigo había estudiado Química. Su padre le sufragó esos estudios en una universidad del sur, de donde eran ellos. La pregunta tenía cola: “… si vosotros sois de posibles”. Nuestro amigo se jubilaba del oficio en cuyo desempeño lo habíamos conocido, es decir, se jubilaba de profesor del instituto del que era director hacía unos años. Su mujer, del mismo pueblo, era farmacéutica. Y propietaria de una farmacia. Es decir, no andaban mal de dinero.

            Nos contestó que sí y añadió un ejemplo que nos bastara para apoyar su ideario. Dijo que durante la vida hay que ir tomando decisiones. Y que lo lógico -o lo pragmático, que estos científicos suelen usar ese término y su metodología para todo- es que veamos las opciones en términos de conveniencia. Es decir, trataremos de hacer lo que más nos convenga. Se echó a reír al citar ese concepto en relación con los matrimonios. Decía que él se había casado con su mujer porque lo vio como la opción más conveniente: era la persona a la que amaba desde chico, así que le convino casarse para convivir con ella. O sea, que los matrimonios, todos, son “de conveniencia”, digan lo que digan quienes legislan. Y, en fin, así todo. Nos conviene no cruzar andando las autopistas porque es peligroso. Nos conviene no beber litros de alcohol. Puso más ejemplos, para acabar diciendo que le convenía que hubiera educación pública por motivos obvios, dado su trabajo: habría más estudiantes y, por tanto, plazas de profesores. Después, cuando los estudiantes obtuvieran los niveles exigidos en cualquiera de sus campos, podrían trabajar. De esa manera, con tributos, se podría establecer una sanidad pública que precisaría de médicos -su hija es intensivista en un hospital- y celadores y enfermeros, etc. Y de farmacéuticos. En resumen, la derecha no pretende auspiciar esto ni, mucho menos, propiciarlo. Lo curioso es que, con el plan que propone la izquierda, que es, resumiendo, el bien común, todos los habitantes obtendríamos beneficios. Con el de la derecha, sólo se beneficiarían unos cuantos, y de manera obscena, además. En modo alguno conseguirían beneficios la mayor parte de quienes les votan.

            Recordaba nuestro amigo el otro día, en Málaga, esta conversación. Y nos añadió que quizá, si él supiera de psicología social, de antropología, de filosofía o de sociología, pudiera ser capaz de explicarse cómo es posible que el personal no vote lo que más le conviene. Decía sentir escalofríos cuando pensaba en cómo hubiera gestionado la derecha la pandemia reciente, en lo sanitario y en lo económico, y las consecuencias de la guerra en el Este de Europa. Por poner dos ejemplos, nada más. Muchos de los derechos humanos, reconocidos ya, cuya intención de cargárselos proclaman como una especie de mantra o, mejor, un canon, perjudica a todos. Incluso a quienes los derogan. Por eso dice Rayul Tayib que no entiende a esos humanos. No sólo que no sean buenas personas, sino, sobre todo, que sean inconvenientes.

lunes, 17 de enero de 2022

GALBANA = DISPARATE

 

Hoy en día muchos hablan de todo (algunos hasta lo hacen con tino). Cuesta encontrar sobre lo que dar noticia. Sin embargo, y no es porque mi plectro esté conmigo, precisamente, creo haber hallado un asunto del que, aún, nada se ha dicho, aunque ya hace tiempo que ha sucedido. No quiero dejarlo más, me bulle. Me importa. Y me incumbe.

En la Avenida del Obispo Conget hay, como casi todos sabréis, unas referencias al cementerio musulmán que allí apareció. Es un acontecimiento emocionante. Y de una importancia que, seguramente, no seré capaz de apreciar en toda su magnitud. Entre esas referencias, hay escritos que tratan de explicar cosas que se relacionan con esos hallazgos y su significado.

Pongo a continuación algunas fotos y las comentaré:

 

A la derecha de la foto de los famosos paños “mal resueltos” de la torre hay un “bocadillo” en verde en el que se ven caracteres árabes que parece que están traducidos al castellano debajo. Pues no, no es así. Lo correcto sería como sigue:

كل نفس ذائقه الموت. انا لله و انا اليه

Lo que aparece como árabe sería así, en castellano:

 .etreum al áraborp amla adaC .lé ed yos y soiD a oczenetrep eL

No se entiende, claro: está al revés.

Ahora, otra foto:

 

Este hallazgo lo hizo mi hija Carmen: en el “bocadillo” número 4, se dice que el decúbito prono es cuando el cuerpo está boca arriba. Y no, es decúbito supino el nombre que se da a la posición de un cuerpo cuando se apoya en la espalda.

Y aún pondré una última foto:

 

El año 1110 no debiera aparecer con el puntico tras el primer uno, como no aparece tras el dos en el 2010. Finalmente, ya puestos, aún haré una anotación respecto a lo que aparece al principio del párrafo de la derecha: el plural de makbara (o maqbara) es makabir (o maqabir), no maqbaras. Si hubieran puesto cementerios…

Creo que hemos de aplicar esmero a toda tarea que emprendamos. O, al menos, poner atención y cuidado. Entiendo que es la forma única de que una obra quede bien, de que quien acabe recibiéndola se sienta respetado y, por todo ello, de que quien la ha realizado quede satisfecho. Viendo como ha quedado, me parece que no ha habido el preciso cuidado. Es como si se hubiera hecho con desgana. Y no con el respeto debido.

domingo, 26 de julio de 2020

NEFANDA ESTÚPIDA SOBERBIA NEFASTA



No ha lugar a comentarios

Caminábamos Mateo y yo. Está muy bien entrenado, pero, como él lucía mustio esta mañana y yo aún no puedo hablar corriendo, hemos hecho el recorrido andando. Sin acordarlo, siquiera.
Tiene un ahijado, llamado Ary Gani, que nació en India. Ahora, después de unos años aquí, se ha vuelto. A Jaisalmer. Es oriundo de muy cerca, de Koriya, en medio del desierto de Thar. Barren las puertas de las casas, no creáis que por estar en un desierto dejan de ser curiosicos. Y no deja de ser curioso que lo hagan tan a conciencia en pleno desierto. Y, bueno, será una aldea, pero pedí a su tío que me llevara a la escuela. Con mucho orgullo me la enseñó, bien hermosa que es. Me dijo que había unos 55 niños escolarizados. En primaria.
Bueno, mucho preámbulo va ya. Me ha ido contando Mateo que ya tenían dos hijos, Ary y Sofía, su mujer. Española, ella. En Jaisalmer han conocido a Gonzalo y Arias, dos españoles, algo mayores que ellos. No gustan demasiado -por así decir- a Mateo. Han convencido a Sofía de no vacunar a los niños. Y ahora, el mayor, que tiene alrededor de 6 años, está postrado: ha contraído la poliomielitis. Parece que no va a perder la vida, pero las neuronas de su médula se han visto afectadas y no puede andar. Hoy en día permanece encamado y tratan de que recupere algo. Para eso han de desplazarse a Mumbai, que es donde dicen que hay un hospital que puede hacer que, al menos, pueda ser autónomo el niño, con fisioterapia y unas muletas.
No es esto lo malo. O lo peor. Lo peor es que hace una semana que falleció la pequeña Lakshmi. Por difteria. Tampoco la habían vacunado, se dejaron llevar por un magufo de los antes nombrados.
Ahora, se pregunta Mateo, ¿qué vida espera a los que quedan? ¿A Ary, a Sofía y a Atithi, que parece que va a quedar paralítico -y menos mal, insisto, que no ha muerto -?
No entendemos, ninguno de los dos, que el personal ponga en duda aquello que está demostrado que funciona. Y sin argumentos. Ser escéptico está bien, cuando se pueden oponer razones con valor similar a aquello de lo que se duda. Pero, cuando la cultura no alcanza, cuando no hay nivel, entonces no condice. No se me ocurrirá discutir las características que dicen que tiene el Lantano. Hay quienes dicen que la tierra es plana… ¡y es imposible! Pero no nos riamos, que es serio, que pueden hacer mucho daño: a mi amiguico Ary le han destrozado la vida, y a Sofía, Atithi y Laksmi. Y a Mateo, que no puede, encima, acercarse para estar con ellos.
Está mustio.

lunes, 20 de julio de 2020

COMO UNA FUTESA... PERO NO


 La venden con trapillo y todo, como los de limpiar las gafas

(trapillo que, por cierto, no he usado: la lavo bajo el grifo, bien lavada)

He salido esta mañana, por primera vez desde marzo, a andar y a correr. Esto último no podía hacerlo de sopetón, no me lo permiten la carencia de entrenamiento ni los kilos de más que arrastro. Así que, de los siete, he corrido 3 kilómetros. Y me he enfadado y me he propuesto escribir por ello. Sé que me pasaré de las 399 palabras, pero me da igual.

Iba con mi mascarilla, de las azules, similar a las que alguna vez me tocó ponerme cuando andaba por los quirófanos. No iba mal mientras andaba, aunque lo hiciera rápido. A los dos kilómetros he empezado a correr. Y sí, era tal la dificultad, que me he enfadado.

Propugno hacer lo que se nos dice respecto a ese artilugio. Es decir, usarlo: se me han muerto por el COVI19, que yo sepa, tres personas queridas y otras tres, al menos, también muy queridas, lo han padecido, así que, si no hubiera estado convencido antes… Hace unos días, un doctor en mascarillología, trabajador de un comercio de aquí al lado, me llamó la atención porque llevaba puesta yo una mascarilla como la que podéis ver en la foto. Me dijo que no era útil. Al preguntarle que por qué, no supo responderme sino: “porque no piensas en los demás”. ¡Vaya argumento! Yo procuré calmarme y hablar de manera educada. Él seguía. E insistía, me daba cuenta, en tratar de indisponerme con los demás clientes. Menos mal que nadie le hizo caso, ni siquiera su compañera de la otra caja. Lo dejé. Y, como, días después, otro doctor del ramo, el de las mascarillas, también me reprochó que la llevara, diciéndome asimismo que no sirve –quien, por cierto, no portaba, ni siquiera en el bolsillo, tal objeto-, mi Pepa me pidió, por favor, que no la usara más, que no tenía ganas de más enfrentamientos con este tipo de “sabios policías”. Pero esta mañana me he cabreado y la usaré.

Voy a explicarme. Bueno, uebos me es decir antes que, al menos un juez y la dueña de un comercio, aquí en Zaragoza, las usan. Y nadie les ha recriminado por ello. La utilidad puede verse: es un material, plástico, impermeable. No voy a explicar lo que hace 43 años estudié, sobre epidemiología y profilaxis, ni sobre las gotitas de Pflügge y las de Wells. De modo sencillo diré que, cuando nos sonamos, nos ponemos el pañuelo debajo de la nariz, con muy bien criterio, pues los mocos van hacia abajo. Hacia el bigote, digamos. Cuando hablamos, o escupimos, lo hacemos hacia delante –incluido el campeón del mundo del deporte de escupir huesos de oliva-. Así pues, esa mascarilla, construida con ese material, es más eficaz que la que portaba el primero de los doctores en mascarillología, porque impide el paso de nuestros mocos y nuestra saliva al ser barrera y al ser impermeable. Además, su limpieza es eficaz. Y sencilla. Y me permite respirar con mayor facilidad. Por ejemplo, para hacer deporte.

El señor trabajador que me quiso poner en evidencia llevaba puesta, como digo, una de las azules, de las comunes. Yo di por sentado que no hacía 4 horas desde que la hubo estrenado. Y que la había manipulado correctamente. No vi que se lavara las manos de ningún modo cuando, apareciendo desde el fondo del establecimiento, se instaló en la caja, pero no supuse que hubiera habido interferencias desde que lo hubo hecho, o sea, que no tocó algo que lo hubiera podido contaminar y que me pudiera contagiar a mí. Este señor no sabe de mis dolencias. Ni de mi mascarilla. No sé cómo se llama ni me importa. A él lo que le preocupaba era que mi mascarilla es más cómoda –estoy seguro- e indisponerme con las demás personas que había allí, lo que no habla en su favor. En cuanto al trato con personas, tengo experiencia: no me costaba nada dispensar el trato respetuoso que todos merecemos -y de ello puede dar fe Manolo Sarria-. Si vuelvo a ese comercio –que frecuentaba y al que no he vuelto aún desde aquel día- y me vuelve a decir algo, a lo mejor me dirijo a sus empleadores por su bien, para que lo apunten a cursillos de habilidades sociales y mejore en su desarrollo profesional. Y personal.

Mañana correré con mi mascarilla perita.

 

lunes, 15 de junio de 2020

ATITHI

Desde Cabañas, casi veríamos Tauste
           
Dije al final de mi anterior intervención, cuando me despedía, puesto que había tardado tanto en escribir y, tal vez por ello, lo había hecho de manera prolija, que pudiera ser que volviera a hacerlo el día siguiente. Mañana, dije. O el siguiente mañana. Sin embargo, esos mañanas han pasado a pasado.
El primer día que pude moverme por la provincia fui a Tauste, a ver a mi padre, y me di de bruces con la primavera. Así puede verse en la foto. Ahí estaba. Esa primavera que dije que pillaríamos empezada. Va a acabar a la vez que la imposibilidad de movernos como, cuando y donde nos plazca. Es decir, saldremos directamente al verano. Bueno, pues bien, pues qué pasa: nos ha tocado así. Mateo me ha dicho que siente que ha perdido la primavera. Yo no. Aunque me la haya encontrado en el campo, con sus ababoles y todo, que dicen que allí donde están es porque no hay herbicidas o pesticidas o cosas químicas así. No es que no me haya dado cuenta, que desde mi balcón he ido viendo cubrirse los troncos y ramas de los abundantes árboles. A estas alturas, apenas intuyo por entre el follaje a los peatones enmascarados (enmascarillados, quizá sea el término más apropiado) que deambulan por mi calle, de tan espeso. Eso también es primavera, también la veo desde mi ventana.
No sé si lo he convencido de algo, a Mateo. Paseábamos recordando cosas gordas que han pasado en este tiempo. Las buenas, sobre todo, que las ha habido. Cuando habla, tras la mascarilla, el sonido de su voz es nuevo para mí: me suena a hueco y provisional, y entenderle me cuesta, he de esforzarme, poner no poca atención. En nuestras elucubraciones, aún le digo que tras las mascarillas hemos de escondernos, de parapetarnos… y acabo con esa idea mía de la hipocresía de vestirse sin necesidad. Hay quienes la conocéis, de entre los que estáis leyendo. Para quienes no, otro día la digo, que ahora no va a caber.
Alguien nos ha dicho que no puede respirar. Ningún degenerado le estaba estrangulando con la rodilla, pero no era la causa ajena a la acción del hombre. Le he dicho –a Mateo, digo- que habrá que ir pensando en moverse en bici, aunque esté, más que desentrenado, anquilosado. No podemos volver a ensuciar nuestro medio hasta el punto de que oigamos decir que no se puede respirar porque el ambiente es irrespirable. Hemos tenido tiempo para pensar, sin embargo, hasta ahora no se me había ocurrido que coger la bici es una de las cosas que puedo hacer, que puedo cambiar, para que podamos respirar bien el tiempo que lo hagamos. Aunque esa persona que me ha dado la idea no va a llegar, ya, a tiempo para siquiera montarse en una.
           

sábado, 4 de abril de 2020

APENAS VOY A HABLAR DE LA COVID-19 Y DEL COVI-19



Bucólica desobediencia en la Calle San Vicente de Paúl, en Zaragoza
(imagen de la que no soy autor y no sé quién la tomó. Citaría a la persona artista…)

Hace tres días, chispa más o menos, una amiga de Tauste me dijo “Buenos días… ¡la nieve en primavera… algo bueno nos espera!” Así supe que había nevado en mi pueblo y que era algo a arrostrar con optimismo. Estuvo bien.
Hogaño vamos a pillar la primavera empezada. Y sí, hay algo bueno que esperar: mi Laura parirá pronto a su hijo, mi primer nieto, Noah. Lo conoceré más adelante. A lo mejor pueda tenerlo en mis brazos a la mediación de esta primavera tan extraña que crece ahí afuera.
Cada día es nuevo. Nunca, antes, hemos experimentado lo que nos viene. Es verdad que ahora nos está tocando vivir cosas que, al menos por lo intempestivo y por lo bestia, nos sorprenden y espantan. Y nos descolocan. Porque son excepcionales… me viene a la cabeza el Decamerón. Lo leí, gracias a doña Matilde, con pocos años, trece, quizá. Y recuerdo que me dejó doble solivianto su lectura, el primero de ellos, muy grato, tenía que ver con ciertos despertares a lo lúbrico. El segundo se refiere a la inquietud que me producía imaginar como apodíctica una situación similar a la que Boccaccio relata, refiere o narra.
Uebos me es decir que no quiero repetir o ser pesado hablando de lo que se habla, aunque quiero añadir lo que se me antoje al respecto.
Por ejemplo, que hace dos semanas, un pachucho de mi edad, decía que ahora seríamos todos soldados. Lo hizo con sonrisa sardónica, gesto que no supe, ni sé, interpretar, porque puede que nos mostrara, con guasa, que, lo quisiéramos o no, todos habríamos de ser como él, es decir, personas que consideran que su cometido es el de guerrear. Parecía feliz, mostrando un innumerable ornato de chapitas en su guerrera (nótese el nombre de la prenda), como si nos hubiera acorralado, como si no pudiéramos contradecirle. Y no, no es así, “quinto”: no soy soldado. No quiero. No quise ser soldado ni lo fui (me costó lo mío conseguirlo… “pero eso es otra historia”). A ver si tenemos claro que, para evitar la enfermedad, no hace falta la soldadesca como tal (al fin y al cabo, el soldado es, por definición, servidor de la guerra y, por ende, paladín de la violencia… -de la guerra, como torpeza y fracaso y estupidez y degeneración de los humanos declaradores de ella, ya hablaremos, si eso, otro día-). A ver si tenemos claro que hacen falta otros saberes, actitudes e instrumentos; que nos hacen falta conocimientos, acciones y rasmia pro-humanidad. No hay enemigo al que vencer. Hemos de procurar no enfermar y hemos de curarnos, si enfermamos. Qué estúpido lenguaje, el belicista.
Mi amigo Josemari me llamó ayer. Me gustó mucho. Cuando me llama Josemari, suena en mi teléfono Take Five, de Dave Brubeck., porque le gusta mucho a él esa pieza y yo la he seleccionado como la suya, la que suena cuando él me llama. Ayer no, porque había quitado el sonido. Ayer lo cogí porque lo vi sonar. Me llamó, entre otras cosas, para decirme que se había muerto el bueno de Paco. El amigo Paco: no pudo superar la enfermedad provocada por el virus CoVi-19. La última vez que sonó Take Five en mi teléfono, también es casualidad, estaba con Paco, y con Maribel y Lourdes, en el Berroy. Había quedado con Josemari allí. Entró y, como no me vio, me llamaba. Y yo al lado. Y me despedí de Paco emplazándole a ir a Málaga juntos para enseñársela bien, que dijo que le había gustado pero que le faltaron cosas… y ya llevaré a Maribel, a Paco, no.
Ahí enfrente, en la otra parte de la calle a la que dan mi puerta y mi balcón, hay una residencia, de las de la tercera edad, en la que Jesús, uno de mi pueblo, me dijo hace unos meses que se había venido a vivir. ¿Qué será de él? Ahí también trabaja gente a la que aplaudir a las ocho de la tarde.
Saldremos de este lío. La adaptación es la supervivencia. Veremos cómo. Me gustaría que lo hiciéramos con despacio, es decir, con sosiego y parsimonia. Con humildad y aspirando a la paz, a la felicidad de todos. Con sabiduría, habiendo aprendido, por una vez, de algo, de una desgracia. Pensando en Shibu, mi amigo de Kochi, en Kerala, y en tantos humanos pisoteados por otros humanos. Con consciencia y conciencia. Ya veremos.
Bueno, hoy he hablado mucho. Claro, hacía tanto que no lo hacía… Dispensad. Ya hablaré menos, y de otras cosas, mañana o pasado mañana.




jueves, 5 de octubre de 2017

CUANDO ESCUCHAMOS, PENSAMOS. CUANDO GRITAMOS, NO


            
            Cualquier persona que sea alcalde, o lo haya sido desde 1978, sabe que no puede dejar de cumplir un acuerdo tomado en pleno. Ezequiel Marco Elorri, al que tengo el gusto de no conocer, es el alcalde de Biota, población de la comarca de las Cinco Villas, en Zaragoza. Solicita firmas para que Pedro Santiesteve, alcalde de Zaragoza, niegue a la alcaldesa de Barcelona la estancia en las fiestas del Pilar para recoger una medalla.

            Sabe, desde luego, que no va a surtir efecto en el ayuntamiento de Zaragoza, pero la cuelga. No me meto con su altura intelectual. Sí lo hago, sin embargo, con la capacidad moral. Pongo un ejemplo, para explicarme: ¿qué le parecería, a él y a sus convecinos, si se hubiera decidido en Biota otorgar algún tipo de reconocimiento al pueblo de Ejea, ya digo que sólo lo pongo como ejemplo, por su colaboración en la extinción del incendio de hace dos años en Santo Domingo? Sigamos suponiendo: se decide en un pleno, en el que todos los concejales están de acuerdo, unanimidad se llama, que esa distinción sea una medalla y que se dé en las fiestas de San Miguel. Lo propio es que sea quien representa al pueblo quien la recoja. ¿Le parecería a alguien ético que el alcalde de Tauste recogiera firmas para pedir que no se la dieran, porque le parece cualquier cosa su colega ejeana?

            Pues esto es lo mismo: el ayuntamiento de Zaragoza decidió, unánimemente, homenajear a las poblaciones de Barcelona y Cambrils por lo sufrido y por su comportamiento con motivo de los atentados de agosto –en los que, por cierto, hubo víctimas aragonesas, una de ellas muerta-. ¿Quién representa a esas poblaciones? Las colegas del señor Ezequiel.

            Él lo sabe. ¿Por qué habrá metido la pata así? Se me ocurre que para medrar, para agradar a Lambano I, bien por agradecimiento o por buscar mejor poltrona. Aunque a lo mejor sólo por torpeza. En cualquier supuesto, para mí, su actuación es ruin y estúpida. Agitar al pueblo parece estar de moda.


lunes, 11 de septiembre de 2017

CHILE, SÍ. CLARO QUE SÍ


           “Se han cargado a Allende”. Hace 44 años que oí esas cinco palabras y recuerdo con nitidez la expresión de estupor y tristeza inmensos de mi padre, cuando se las dijo a mi madre. Luego, mirándose ambos, quedó el silencio.

            También recuerdo que, antes de lo que digo, era yo muy pequeño todavía, ya pensaba en los gobernantes como personas que me inspiraban poca confianza. Entendiendo esto que digo en el sentido de que sus actuaciones profesionales, vamos a decirlo así, como seres falibles, y como decisiones muy trascendentes -que habían de tomar- y complicadas que habían de ser, podían acarrear consecuencias graves, si se cometían errores (daba por hecho que eran honrados).

            Nunca, desde que recuerdo, he comprendido que fiemos en otros en el plano de lo absoluto, en lo que se refiere a creer que tienen la razón y, por tanto, confiemos en que jamás fallen. Sirven de ejemplo quienes rigen las confesiones religiosas o quienes gobiernan los países o los grupos, grandes o pequeños. Desde chico he cuestionado a cualquier líder. No es que me sienta orgulloso: la cosa era así.

            Disminuye la esperanza cuando se ve que esos de los que hablo apartan la honestidad de entre sus intenciones y obvian procurar hacer posible lo necesario (por necesario entiendo la libertad, la dignidad, la justicia y la justeza, la igualdad, el bien común). Porque, cuando eso desaparece, lo que queda es una pantomima, una burda charlotada, un cúmulo de mentiras mal engarzadas con intenciones aviesas, vergonzosas y vergonzantes. No era el caso de Salvador Allende.

            Desde muy joven accedí al teatro. A leer teatro, a ver y a hacer teatro. A disfrutarlo y amarlo. Y es insoportable ver la impostura, la burla, la grotesca representación de quienes tienen la encomienda de organizar, de gobernar España y Cataluña, no la de hacer teatro: no pueden reírse de nosotros con esos deleznables espectáculos que proporcionan y perpetran.

           Me ha dicho Mateo que dijo el profesor Lledó: "Lo peor es que un indecente con poder decida sobre la vida de un pueblo". 

martes, 25 de octubre de 2016

¿REINO O CORTIJO?


 El energúmeno

            Me dijo Mateo ayer que hubo escrito a dos amigas, una francesa y otra belga. Me mandó la carta:

            Hay en España una cosa cuyo soberano es Felipe I “El Chulo”. Tiene virreyes, como Lambano I de Aragón, “El Poltronas”; Susi I de Andalucía, “La Corralonera”, y algunos otros insignificantes personajillos en Asturias (“El Encorváu”), La Mancha (“El Papanatas”), Extremadura… (hay otros que no se someten, que incluso son díscolos).

            Bien, pues ése, al que llamamos Flip coloquialmente, deja flipados a muchos. De vez en cuando hace una felipada: en Suresnes1 se celebró un congreso del PSOE y ya la lió conspirando, traicionando… dando muestras de su estilo (quería cambiar el partido, hacerlo “suyo”). En el XXVIII Congreso2, como el personal declaró que esa organización era marxista, dimitió, manipulador, como diciendo a los militantes “ahora me voy y quedáis huérfanos”. Luego se presentó y ganó, estaba previsto: ni marxismo ni leches, aquí de lo que se trataba era de ganar elecciones.

            Otra de sus argucias fue la OTAN3. En la OTAN no podía entrar España, ¿cómo hacerlo, un país gobernado por un partido “progresista” –a saber qué significa esta palabra, tan manida ya hoy en día-? Quita, quita. Sin embargo, adentro de cabeza. Y, además, aquellas salvedades que se hubieron manifestado, se dejaron apartadas (no incorporación de España a la estructura militar integrada, prohibición de armamento nuclear, reducción progresiva de las bases estadounidenses en nuestro territorio): se han incumplido. Y con la misma táctica: amenazando, esta vez a todos los españoles, con la orfandad… pobrecillos. También usó el Terrorismo de Estado, no hay que olvidarlo.

            Y ahora, contraviniendo lo que decidieron los que él considera súbditos –o vasallos-, lo que había decidido –acatado por mandato de sus militantes- el Congreso Federal y lo que habían prometido a sus votantes, otra flipada: entrega al PP la gobernanza. De paso, destroza al PSOE: si pretende aparentar algo de coherencia, no puede otorgar carta blanca y permitir que Brey y los suyos gobiernen como quieran, de manera que, al percibirlo, convocarán elecciones. Los que antes le votaban –los que aún quedaban-, tras lo sucedido este mes de octubre, dirán “que te vote Rita”. Por otra parte, si acata lo que vaya proponiendo el Partido Podrido4 para que lo anterior no suceda, lo entrecomillado pasará cuando toque elegir otra vez, y por los mismos motivos. Como dijo un militante, mayor ya él, el PSOE no puede dar el gobierno a la derecha (aparte de que es un nido de corruptos el PP).

            Flip I el Chulo ha matado al PSOE (como celoso patológico que es, se siente propietario: o mío, o de nadie).

            (queda dicho en 444 palabras)


 1.- *http://www.ecorepublicano.es/2014/10/el-otro-suresnes-1972-la-traicion-del.html

martes, 1 de diciembre de 2015

DE EFEMÉRIDES


           
                             
            Mateo y yo gustamos de correr cuando, sin cierzo, está la mañana a entre -1o y -3o. Así que hemos salido y disfrutado de 6 kilómetros al fresco quieto.

            Hoy, día en el que se ha decidido reivindicar la lucha contra el SIDA. Y le he hablado de que el miércoles pasado, el 25 de noviembre, era, también, otro día reivindicador, el llamado de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Le he dicho que sólo hubo en Tauste un acto, el nuestro, en el que se trataba de poner en evidencia el hecho de que la mujer, en muchísimos casos y de forma desconocida, vive sojuzgada hasta el terror (entre otras cosas, porque se sabe oculta). Muchas acaban muertas: el problema no es pequeño, me parece. Y sólo asistieron 42 personas. Trece eran de Ejea, tres de Alagón, una de Pedrola, dos de Zaragoza… O sea, de casa, veintitrés. Me dio rabia y pena, le decía a Mateo. No porque considere que tenga razón siempre, o porque el acto fuera una maravilla… no. La pena y la rabia y el desasosiego y las tripas revueltas eran porque, imaginando el símil propuesto del Iceberg, que muestra sólo una parte de diez (es decir, sólo veríamos, metafóricamente hablando, las personas muertas, que son alrededor de 100), habría 900 escondidas, no vistas, bajo la superficie. Si no nos conmueve que haya, por cada muerta, 9 más que viven aterrorizadas por la violencia cotidiana a la que están sometidas, estamos apañados.

            Mateo ha dicho que quizá no hubieran asistido por convocar el acto PODEMOS. Puede que tenga razón. Sin embargo, había más de cuatro personas no adscritas a esa organización. Si las elecciones hubieran sido en marzo, o la ONU hubiera decidido que ese día fuera en junio, nosotros lo hubiéramos convocado igualmente: no nos movía afán electoralista.

            Hoy íbamos a dar condones. Nos han dicho que no, que molestaría a muchísimos padres: pues nada, nos hemos quedado sin explicar, entre otras cosas, que, pues se folla, lo apropiado y lo sano es hacerlo bien.

                                                                                                                                  (Agradecemos los de aquí a Amparo Bella y a Esther Moreno que vinieran y nos contaran)

lunes, 9 de marzo de 2015

HABRÁ QUE DESMOCHAR CON CUIDADO


        No es poca cosa tener amigos que ayuden a pensar. Incluso que hagan pensar. Yo los tengo, a saber, “in order of appearance”: Ángel, Miguel, Sergio, Jesús… a Mateo prefiero no meterlo en este saco.

        Gracias a estos amigos que nombro, cavilo y vuelo.

        Hasta hace nada, y desde hace mucho, me hacían duelo los madrileños, porque han tenido mucho malo que aguantar. Mucha sanidad despendolada, mucho ladrón y más de un jeta percibiendo mamandurrias… en fin, una pena.

        Ahora, hace unos días, están cambiando las tornas. Aun no siendo yo de mitos, envidio a los ciudadanos de esa comunidad, los madrileños de Madrid y de Chinchón y de Buitrago de Lozoya. Porque han aparecido Ángel Gabilondo Pujol y Luis García Montero y uno ya no siente pena por los madrileños y alivio por no tener que soportar su "singobierno". Al revés. Con tales dos, dan ganas de empadronarse en cualquiera de los municipios cuyo gobierno territorial sea el que esté presidido por uno de ellos. Ambos me parece que tienen rasmia y ganas, y honradez a sus espaldas, como equipaje. Parecen garantías suficientes, sin tener que andar poniendo manos al fuego, o zarandajas similares. Parecen personas serias, personas que van a lo que hay que ir. De eso hace falta.

        Ya que sigo en Aragón, aunque la decepción tome forma y ocupe mucho espacio en este espacio que me toca, aún tengo esperanzas, y por ello sigo convencido de que lo que sucederá algún día de noviembre próximo devendrá en efemérides a celebrar con alegría en el futuro. Y con satisfacción.

        Espero que la tontería se aparte. Y también la estupidez ilimitada, la estulticia de quienes consideran tener el poder omnímodo. Es decir, de quienes detentan el poder. Cometer tropelías insensatas no es privativo sino del humano. Así que más valía, a quienes están en esa tesitura, pensar en algo que dijo mi padre cuando tenía una edad que yo hace tiempo superé, y que no por ser de Perogrullo pierde valor: “lo que no quieras que se sepa, no lo hagas”.

viernes, 3 de octubre de 2014

INEXORABLE LACK, LO LLAMAN



         Hasta hace poco tenía yo un amigo muy querido, Alfredo Barriga Casabona –ABC-. Ahora no, porque se ha muerto. Hace nada, un mes. Alfredo ha sufrido años y años las consecuencias de un accidente laboral que se agravaban conforme pasaba el tiempo.

         Nos veíamos poco desde hace mucho. Y siempre, cuando nos despedíamos, tenía la sensación de que faltaban por decirnos cosas. Cuando me dijo Jaime que se había muerto, a revueltas de muchos sentimientos, de otras emociones, me entró rabia por eso. Conversaciones sin nueva oportunidad, ocasiones que quedarán arrumbadas en algún cajón o desván.

         Era drástico y certero expresándose. Recuerdo que un día nos echábamos unas cervezas y dijo a Mateo, acerca de las guerras por motivos ideológicos, que cómo podía creerse eso. Decía que todas se montan por negocio y que, casi siempre, mienten quienes voluntariamente luchan cuando dicen la causa por la que lo hacen. Me acuerdo ahora de esas conversaciones al ver ante las cámaras a los “aguerridos” imbéciles que pretender instaurar eso que llaman EI. La mayor parte son personajes sin sentido social. Gustan mostrarse gamberros, hacer cosas sin sentido y con violencia. Les complace propinar daño. Molestar, romper… matar. Propenden la autodestrucción, acabar. Mienten cuando dicen algo positivo, creador, futuro. Dicen una sarta de sandeces para dar pública justificación, para conseguir adeptos.

         Sí, tenía tino Alfredo. Y temperamento y carácter peculiares. Decía cosas, las decía de maneras que podían resultar molestas en según qué casos. Y a según quiénes. Pero la brusquedad que usaba era máscara, o coraza, para esconder timidez, corazón. Pudo engañar, lo sé, no era tonto precisamente, a más de un incauto y a algún envidioso. Muchas cosas he oído respecto a él. No todas agradables: ésas las rechazo. No quiero oírlas ni las he aceptado nunca.

         Una, empero, que me conmovió, fue la que oí detrás de mí, en el coche, cuando di a mi padre la noticia. Primero hubo silencio y, cuando creía ya que no me había oído, supongo que rumiaba antes de hablar, dijo: “muy buen chico que era”.


jueves, 11 de septiembre de 2014

DIFÍCIL DIGESTIÓN

Curiosas cosas, nada más

         Ayer, por fin, corríamos Mateo y yo. Mientras, me hablaba de hoy.

         Me dijo que llevaba tiempo caviloso por unas revelaciones que le había propinado, días atrás, un político, del que no me quiso dar más datos por ser conocido. Conoce gente de la política por todos sitios y de todos los “colores”. Gallegos, astures, cántabros, vascos, aragoneses, madrileños, extremeños, andaluces, murcianos… como para adivinar quién era aquél. Me parece que pudiera ser antropólogo, sociólogo o algo similar. A lo mejor así “reduzco el círculo” y doy con su identidad.

         Añadía que esta persona sabía que muchísimos de los catalanes que quieren manifestarse votando el día 9 de noviembre, lo que pretenden realmente es mostrarse desafiantes ante quienes aparentan percibir como “los otros”, los demás españoles, contando con que la consulta no tiene valor, realmente, salvo el testimonial. Sería distinto, dice, si el resultado fuera vinculante.

         Dice Mateo que decía que sería interesante que se diera forma a eso que llama el “chef” Junqueras “clamor popular”, es decir, que se procurara legalidad a un referéndum vinculante (eso sólo puede ser, al parecer, convocándolo para todos los que habitamos España). Dice saber que en ese caso cambiarían totalmente los votos de los catalanes, tanto los que se manifestaron el año pasado por las carreteras, como los que hogaño, en el tercer centenario de la toma por los borbones de Barcelona, forman la “uve” en esa preciosa ciudad. Que muchos se sorprenderían al observar que la respuesta sería claramente a favor de la independencia; pero claramente en contra, entre los catalanes. El clamor popular por la independencia catalana parece cierto, pero fuera de Cataluña. Los catalanes saben que para ellos sería una catástrofe pues, al pagar la orquesta de la verbena, el beneficio es menor.

         Concluía diciendo que Oriol no permanecería en esa república nueva. Viviría trabajando en la Universidad de Salamanca o en la de Zaragoza, en cualquiera de ellas tendría tajo.

         Mateo, lo había olvidado, también conoce políticos catalanes.

         Pero yo, hoy, conmemoro el chandrío contra Allende y los chilenos, hace 41 años.


jueves, 7 de agosto de 2014

GAZA Y ESO (ISRAEL, VAMOS)


            Bueno, pues para que quede claro, yo no soy antisemita. Soy pro, prosemita. Soy pro cualquier cosa que no sea cosa destructora o destructiva. Por eso soy anti sionismo.

         Según las definiciones, y para centrar la cosa, semitas son los que descienden de Sem, el mayor de Noé, aquel de la biblia. Los palestinos y los israelíes son, puesto que su padre es común, hermanos. No entraré en que por eso hayan de ser, o estar, bien avenidos, no es tema que aquí tenga sentido mencionar ni dilucidar. Sí que, como digo desde el principio, es preciso puntualizar.

         Me duele lo que está pasando allí, en el territorio en el que no pueden convivir los semitas. Me hacen duelo todos los semitas, los masacrados y los que masacran. Sí, también estos últimos, pues pienso que si alguna vez tienen un atisbo de consciencia, la conciencia les va a machacar los sesos. Y, luego, el corazón. Y, si no lo tienen, como hasta ahora parece que pasa a muchos de ellos, me hace duelo que estén anestesiados e imbecilizados. Y embrutecidos, aun presumiendo los israelíes de civilizados, cívicos, cultos, y no sé de cuántas cosas más. Por cierto, Hamás, exista o no, conviene al estado de Israel: es su excusa para el genocidio.

         Lo que está pasando significa fracaso. El uso de la violencia, de la violencia genocida, o sea, “gratuita” contra otro humano, es sinónimo de fracaso. Del fracaso, por estúpido, del humano. Y los defectuosos, esos que gobiernan a bandazos, que ahora aplauden a unos golpistas en Ucrania –el poder instituido en Ucrania había salido de unas elecciones y, en cambio, quienes gobiernan ahora, lo hacen por la fuerza, como, por cierto, pasó hace 74 años aquí con aquel chiripitifláutico gallego y sus secuaces, sus esbirros facinerosos-, antes a otros en Siria, en Iraq o a los degenerados que exterminan para dar salida al negocio de las armas, con niños soldados, ébolas, SIDAS y más cosas, siguen con sus defectos provocando el suicidio, el suicidio de la humanidad.

            Podría extinguirse el humano.

martes, 24 de junio de 2014

FLIPVI

            

          No me acuerdo del origen, pero sí de que a los felipes, cuando era pequeño, o cuando aún no era mayor si se prefiere, les decíamos Flip. ¿Quizá por aquella serie en la que había un protagonista cetáceo, un delfín llamado Flipper, al que llamaba el protagonista humano, un chaval de carrillos constitucionalmente anchos, que se le hinchaban cuando soltaba la "pe", o sea, al pronunciar esas contundentes bilabiales oclusivas sordas? No lo sé.

         Ahora me viene al esmo Flip, para pronunciar al Borbón nuevo. Hasta en la sopa tendremos a Flipvi. Es algo que cuesta pronunciar, pero se me atraganta más todo lo que significa de indecencia y de desvergüenza. No sólo la institución que representa, sino él, él mismo, por ejemplo cuando menospreció a una chavala, en Pamplona creo que fue, echándole en cara que había tenido un, su, minuto de gloria. Lo dice él, cuyo mérito es... ¿cuál, qué méritos tiene o se ha ganado? Y no sólo tiene minutos de gloria, sino que su vida entera es una fantasmada. Es un oprobio vital, y ahora veo que lleva camino de ser vitalicio, el que nos propinará a los ciudadanos de mi país. Este chaval, el “meritorio”.

         Hay un médico que conozco “en Zarzuela”  –que respetaré y no mencionaré- al que pregunté en una ocasión… allá por 1999 –alto u baxo- si la piel, el esófago, el fémur, la safena externa, el hígado, incluso el corazón de paso y el cerebro, ya puestos, de estos individuos eran distintos de los correspondientes del resto de personas. Y me dijo que no, que claro que no. Así pues, que este tipo, el Flipvi digo, se permita decir a una conciudadana mía que “ha tenido su minuto de gloria” porque le dijo que ella quería una república como sistema de convivencia, me hace concluir que no es más que un indecente y que más le valía, si de tan honrado pretende presumir como lo hace de demócrata, llenándosele la boca al pronunciarlo, irse, abdicar, convocar un referéndum. Y callarse ciertas estupideces. Por supuesto.

jueves, 8 de mayo de 2014

JOAQUÍN BERGES Y LOS HUEVOS FRITOS


Joaquín, entre todas ellas (y yo mismo)

 Hoy es San Miguel en Tauste. No quiero entretener, porque no es el asunto, así que, quien quiera profundizar en ello, sírvase pinchar.

No es de lo que voy a hablar, aunque tiene algo que ver porque es hoy un día que tiene mucha relación con eso de “almorzar”, generalmente en cuadrilla. Y porque no es nada raro almorzar huevos fritos. Así, lo de los huevos fritos, cuando faltan siete años para que se cumplan seiscientos desde el asunto del famoso “Voto de San Miguel”, da pie al verdadero del que quiero hablar.

Con los libros de Joaquín, Joaquín Berges digo, con quien espero seguir profundizando en nuestra relación, me pasa como con los huevos fritos. Cada vez que, a partir del primero que leí, empiezo un libro suyo, aparte de ir viendo su marcado estilo personal, que, con todas las variaciones que haya entre uno y otro, se percibe en su peculiaridad, me acuerdo de los huevos fritos. Qué queréis que os diga.

Acabo de meterme entre pecho y espalda, con Mateo y algunas personas que prefieren no ser mencionadas, dos huevos fritos. Exquisitos. Y recordaba el último libro de Joaquín, el que se titula “La línea invisible del horizonte”. Al iniciar ambos cometidos, la lectura de cualquiera de las creaciones de este individuo o el consumo de los huevos fritos, como sé que me espera un disfrute delicioso, pienso, no soy capaz de evitarlo, en su final, en que no son eternos. Y sufro. Me ha sucedido siempre con los huevos fritos. Aunque los paladee, aunque cierre los ojos y los oídos al ambiente, aunque haga de ese condumio una aristotélica entelequia siéndoles fiel a ellos nada más, sufro porque sé que tienen fin. Y, desde que el pasado año por estas fechas tuve la oportunidad de gozar de “Un estado del malestar”, quedó incorporada esta actividad, incorporé la lectura “bergesiana” a mis hedónicas cosas, aunque dolorosas por el conocimiento de su finitud.

Joaquín no me paga ni sabe de esto, se enterará cuando lo lea. Vosotros leed sus cuatro libros.