DIGNIDAD

martes, 29 de diciembre de 2009

CHARLANDO CON MATEO


Mateo y yo nos frecuentamos mucho.

Hoy, mientras corríamos, le contaba que uno tiene una propiedad que no usa. Hay a quien le gustaría que se usara. Si quisiera, podría adecentarla y, así, conservarla para que pudiera ser útil. Y para otros menesteres, hay quienes quieren que se arregle para otros menesteres. Pues bien, para ello, una cosa sufraga el 60 % de las obras necesarias. Otra cosa sufraga el 20 %. Uno, pues, sólo tendría que correr con el 20 % de los gastos. Cada año se le pasa a uno –o al administrador de sus fincas o como se llame esa figura- un papel para que lo rellene, escribiendo una memoria o proyecto o algo así, pues el gasto, tanto una cosa como otra cosa, han de justificarlo, son las peculiaridades de esas empresas. Cada año lo deja pasar, no sé si uno o su administrador, pero el caso es que nunca se responde a las empresas que correrían con el 80 % del coste de la obra. Mateo no se corta y me suelta que una de tres, Uno –o su administrador- es gilipollas o de mente torcida y ánimo avieso o un gilipollas de mente torcida y ánimo avieso.
Como sigo corriendo en silencio –yo es que de estas cosas no entiendo-, se vuelve hacia mí y me espeta: ¿hablas de algo que yo conozca? Y le digo:

Cast in appearance order:

-Uno: la Iglesia, o el Arzobispado de Zaragoza, vaya.
-Propiedad que no usa: Iglesia de San Antón.
-Quien: Casi todo el resto del mundo mundial.
-Una cosa: Degeá.
-Otra cosa: Ayuntamiento de Tauste.
-Administrador de la finca: Párroco de Santa María de Tauste".

lunes, 28 de diciembre de 2009

PARROT'S, VALDECARRO, FACEBOOK...

Cuadrillica del Parrots, antes de las lagunas

Nada, que no hay manera: había pensado escribir una a modo de crónica acerca de la fiesta del Parrots, del vigésimo quinto aniversario de su existencia, y no pude. No pude porque me faltaban muchos datos para que tuviera un mínimo de enjundia lo que pudiera escribir. Y porque no he conseguido averiguar mucho: eran –y son- muy parecidas las lagunas de aquellos a quienes he pedido ayuda con el fin de llenar las mías. Y porque dudaba mucho, al fin el Parrots es un bar, nada más. Así que ha pasado el tiempo y el blog paralítico parece.

Quería haber empezado a decir del tiempo pasado. Que yo casi vivía allí. Que Carlos Garcés, una vez que vinimos de ver un montaje sobre Maqui Navaja, hablando de los personajes, me dijo que me veía como a él, como al Maqui, precisamente –aún no sé si eso quería decir algo bueno para mí o lo contrario, igual se lo pregunto cualquier día-. Que Carlos Pérez controlaba el asunto de los elepés de una manera imposible de ver en otro sitio y a otra persona, por el gusto, por el acierto, por la velocidad y por la vista. Que allí, con mis disfraces, era el sitio en el que me desenvolvía; que aún recuerdo el primero, cuando aún había una barandilla, y me miraba el personal sin reconocerme y sin máscara que me ocultara.

Carlos y un cantante que cayó puallí

Que arreglábamos el mundo conociendo gente, creábamos cosas, revistas, escritos. Que lo hacíamos envueltos siempre en música, en música de verdad, de cualquier tipo, mezclados todos, mil gentes, universitarios y no universitarios, mil edades, mil ideas…

Que también aprendí a jugar (algo) al guiñote a parejas, al Trivial, al Pictionary. Al futbolín no: yo soy de la escuela de futbolín de Pichi y eso es suficiente, no tuve que aprender, sólo practicar lo sabido. A los dardos, electrónicos, sí, empecé a jugar en el Parrots.

No me cuacaba, ya digo, no estaba muy por la labor de hacer semejante homenaje, pero no me arrepiento: me he dado cuenta de que era un sitio distinto, donde no había distancia, donde todos cabíamos. Era ecléctico, libre, respetuoso con todo dios. Divertido, espontáneo. Imaginativo –no hay más que ver los eslóganes-, creativo. Y, sin embargo, sin alardear de grandes cosas… ahora bien, quien ha venido, ha vuelto: mis hijos, por ejemplo.

De todos modos, fijaos en que -ya lo he dicho antes-, a priori, no me parecía para tanto. Sin embargo, me apetece acabar diciendo que ni soy parrero ni parrotero, soy del Parrots (sin cosa de pertenencia o posesión).

-------------------------------------------------------------------------------------------------
Os conellos escabecháus, feitos por Pepa y Pili respeutibamén
Días después, en Valdecarro, en un concurso de Conejo Escabecháu, quedaron en primera posición, ex aequo, los que presentaron Pili Rayado y Mariajosé Echegoyen, ambos de estilos diferentes y ambos exquisitos. En los postres, aunque no se había previsto concurso, se decidió que la tarta Turmann y otra de manzana, ambas creadas por Cristina Aragüés, merecían también una calificación de primer premio, así que se mencionan también.

Tarta Turmann y de manzana (from Cris, the Polita)

-------------------------------------------------------------------------------------------------
Finalmente, aun habiendo sido sólo unos pocos de los muchos avatares de todo este mes largo que llevo sin escribir aquí, mencionaré a Facebook porque, bien empleado, sirve para muchas cosas: encontré –me encontró, mejor dicho- mi amigo Luis Garrido, que hacía 30 años que no sabíamos uno del otro; encontré a mi prima Macu, que también hacía algún diíca que no sabía de ella y, aunque tenía posibilidades llamando a mi tío Pepe, ha estado bien entrar en contacto por aquí. Y mi amiga Marisol, mi amiga, a pesar de haber sido compañera de curro, también me ha pillado, de manera que estaremos en contacto a partir de ahora.

-------------------------------------------------------------------------------------------------
Y ya está, que Jorge me dice vago por no escribir y no es por eso por lo que no escribía: es porque me equivocaba, porque quería decir muchas cosas… y, seleccionando, no escribía ninguna. Porque se me ocurren demasiadas y, por no aburrir, las dejaba pasar. A lo mejor a partir de ahora lo hago de otro modo. A lo mejor.

sábado, 21 de noviembre de 2009

NO SÉ SI ESTÁN LAS COSAS CLARAS


Estaban ¿cómo decir?, enardecidos cuando llegué ayer a su altura, en el Parrots. Como que ni se dieron cuenta de que estaba allí.

Rafa decía que a ver si lo entendía Miguel, con un ejemplo. Proponía imaginar que en Cajiz celebran una carrera por aquellos montes de la Axarquía de 10 kms. En Iznate, que está muy cerca, a un par de km., celebran otra, el mismo día, y con una distancia igual como recorrido. Hay algunas diferencias. Por ejemplo, de Iznate se sale un poco más tarde, media hora más tarde, por ejemplo. Otra diferencia es que, mientras en Cajiz todo está organizado como en estos casos se suele, es decir, con un seguro contratado para que cubra cualquier accidente, ambulancias, etc, así como la entrega de premios a los tres primeros de cada una de las categorías –habiendo el mismo número de éstas para cada sexo- y una bolsa con productos de la tierra y una camiseta conmemorativa a todos los inscritos que lleguen a la meta, en la de Iznate sólo se conceden unos premios, mayores que los de Cajiz, pero sólo a los tres primeros que lleguen. Ni seguro, ni premios por categorías, ni nada más. Juan Antonio, uno que se conoce bien la zona, decide inscribirse a ambas. Sale de la de Cajiz, o al menos pasa por el control de dorsales de antes de la salida, pero se va, con una moto en la que le lleva Manolo, a Iznate, y llega a tiempo de salir corriendo. Pero, ay amigo, cuando llega el primero al repecho de “Los Claros”, se tuerce un pie. Menos mal que Manolo estaba pendiente de cualquier eventualidad, así que, como es una zona común a ambas carreras, aunque no pasen por el mismo lugar, le ayuda a pasar discretamente al recorrido de la carrera de Cajiz, en la que ese lugar es, ya, la parte final de la misma, sólo quedando unos quinientos metros de bajada hasta llegar a la meta, allí en la explanada de entrada al pueblo, en el mismo lugar desde el que se había dado la salida. Entra renqueando, le dan la bolsa del corredor, le tumban en la ambulancia, le curan y lo mandan al hospital de Málaga con el que la compañía aseguradora tiene concertada la atención a prestar a sus asegurados. Le hacen una maravilla de cura, con una férula de ésas que no pesan, hinchables… etc. Además, y mira qué suerte, como resulta ser el único inscrito de su edad, a pesar de no entrar en los primeros lugares, es, por ser el único, el primero, con lo que consigue 300 €. Claro, todo esto se conoció al cabo de los meses, pero no pudo demostrarse, y el siguiente año la compañía de seguros subió a Cajiz la prima, con lo que se tuvieron que rebajar los premios y regalos. Hubo quien hizo lo mismo que el año anterior Juan Antonio, volviéndose a repetir, pero con más listillos, el asunto. En esta ocasión, ni siquiera había lesiones, sólo que, cuando vieron algunos que no iban a conseguir nada en Iznate, se cruzaron a Cajiz. En la próxima edición, la aseguradora puso tan alta la prima, que la carrera no se pudo celebrar.

Intervine yo para decir que me venía a la cabeza un caso, y se lo iba a contar, para ver si yo había entendido lo que en esta parábola nos había contado a Miguel y a mí. Resulta que mi amigo Lifa trabajaba mucho –eso es verdad, era un currante tope, no era malfainero, no-, y ganaba mucho. Todo. Es decir, no cotizaba a la Seguridad Social ni a nada, era un obrero muy trabajador, pero nada más. Yo le decía que me parecía mal porque no consideraba que vivía en una sociedad que se basa en que todos hemos de sostenerla con nuestras aportaciones. Si queremos servicios, hemos de aportar algo para mantenerlos. Es, Lifa -le decía yo-, como si no siendo socio del Tauste quisieras tener los beneficios que serlo te da derecho. Él era muy displicente con esto cuando lo sacaba yo a colación. Decía que no quería mantener vagos. Pero, Lifa, le decía yo, piensa en ti, realmente en ti, no pienses en los otros si no quieres, tú querrás tener algo cuando seas viejo. Sin embargo, si no cotizas, te quedará una pensión muy baja, y eso porque funcionan los servicios, que realmente no te correspondería ninguna, pero hay, según creo, un mínimo. Él decía que quería los billetes ahora, que más adelante no pensaba. Mira por donde, y me jode, aún no tenía los cuarenta cuando se le declaró una enfermedad que lo dejó imposibilitado para trabajar. Cuando fui a verlo, en casa con sus padres muy mayores, estaba muy triste porque, con lo activo que él era, no podía sino estar allí quieto, moviendo, en un aparatejo rehabilitador, una mano y el brazo correspondiente. También, me miraba y me decía que le había quedado una pensión misérrima, me miraba con expresión de culpa. Al cabo, a Lifa volvieron a operarle el cerebelo y poco después murió. Lo sentí mucho. Era buena gente.

Tras un leve silencio, Rafa me dijo que sí, que venía a cuento mi cuento. Le dije que, por desgracia, no lo era, que era cierto. Y habrá más casos así. Le pregunté que de qué hablaban, por cierto, cuando llegué y trataba de hacerse entender por Miguel. Me dijo que por una cosa que habían leído en un periódico.

viernes, 13 de noviembre de 2009

PRENSAMIENTOS


Leo desde ayer en diferentes medios las declaraciones del portavoz de los obispos, Juan Antonio Martínez Camino, acerca del proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Entre otras perlas, entresaco una que dice este individuo: "Los católicos que mantengan que es legítimo quitar la vida, incurrirán en herejía y, por tanto, la excomunión". Por desgracia, aún soy oficialmente católico, así que, como mantengo que es legítimo el aborto y, según, él, eso es quitar la vida, estoy incurriendo, públicamente además, en herejía. Así pues, reclamo mi “pena”: excomúlguenme de una vez ya, que no hay manera. No, no tengo posibilidades de elección. No tuve la ocasión de decidir cuando, recién nacido, me incluyeron en su club. Y ahora no veo cómo borrarme, ahora que puedo tomar decisiones. Fijaos en que hasta Jorge Fernández Díaz, numerario del Opus Dei, dijo al hilo de las declaraciones-disparate arriba referidas, entiendo que con un atisbo de ironía, que “Creía que la Inquisición había desaparecido hace varios siglos".

Pero, puesto que no merece la pena seguir por estos derroteros, hablaré de otras noticias del club católico que también tuve ocasión de conocer ayer. En The Washington Post se leía que la Archidiócesis Católica de Washington había decidido chantajear a las autoridades de la capital estadounidense para que dejen de apoyar una ley que permita los matrimonios de personas del mismo sexo. ¿Cómo?, fácil: la Iglesia amenaza con dejar de prestar los servicios sociales que hasta ahora viene realizando. Susan Gibbs, portavoz de la archidiócesis, dijo al periódico que "Si la ciudad necesita esto, nosotros no lo podemos hacer" (que no pueden seguir prestando los servicios, si se aprueba la ley). Peter Rosenstein, que es una autoridad de esa ciudad en lo que a servicios sociales concierne dijo: "El problema aquí es que están utilizando los fondos públicos para permitir que la gente discrimine a las parejas gays". En fin, esto es un resumen. Así se las gastan.

Y se pueden ver más cosas, dichas por el club, ésta por el jefe supremo: se pronuncia en contra del uso del condón precisamente en África, justo antes de llegar a Yaundé, donde tanto infectado hay por el HIV –el virus del SIDA-. Hecha en el avión, es su primera declaración explícita sobre el tema, que incluso ha dividido al clero que trabaja con las personas contagiadas. ¡Tela!

También me enteré ayer -¡qué denso fue el día!- de que, orientada a jóvenes de entre 14 y 17 años, el Consejo de la Juventud y la Consejería de Igualdad y Empleo de la Junta de Extremadura han impulsado una campaña de educación afectivo-sexual, programa que se llama El placer en tus manos. Explican los responsables que las charlas tratan “la sexualidad y, sobre todo, la afectividad de forma objetiva, sana, sencilla y cercana”. Dicen que los contenidos de la campaña tienen como objetivo desmontar “los falsos mitos que surgen en los corrillos de los jóvenes” y la educación en la sexualidad de “forma sana y coloquial”. Además, el curso abunda en temas relacionados con “la autoestima y el autoconocimiento del joven”, trabaja la “no violencia” y explica “cómo tener una pareja de forma sana”. Para la consejera de Igualdad y Empleo extremeña, Pilar Lucio, el objetivo de la campaña es “fomentar la igualdad a través de la mujer” y “hacer educación afectivo sexual para prevenir embarazos” no deseados entre los jóvenes. Pues bien, diarios como La Razón rebautizan el programa como “los talleres de masturbación” de la Junta (supongo, sólo supongo, pues no he tenido acceso a pronunciamiento alguno, que también estarán en la misma onda la Iglesia Católica –me refiero todo el rato a la institución, al club oficial - y el grupo o colectivo que hay quien ha dado en llamar, junto al PP y los medios del estilo del mencionado, “la caverna”). Se podría decir ahora el consabido “sin comentarios”, pero no, no lo voy a decir, voy a hacer comentarios porque me viene todo ello al pelo para llegar a donde quería.

Pretendí dar un curso en la Casa de Cultura al que puse el nombre de “Emociones y sexo”. Expliqué que la pretensión es la de acercarnos a la sexualidad sin cuerdas ni mordazas, en libertad, para, con el conocimiento y la educación, manejar nuestras emociones y poder vivir de manera plena, placentera, satisfactoria, relajada. Para, en fin, ser lo más sanos y felices que podamos. Iba dirigido a personas de cualquier edad y orientación sexual, a cualquier persona que sienta la sexualidad como un aspecto más del desarrollo humano y personal, no sólo a jóvenes –que también-, como los extremeños. Sin embargo, no se va a impartir, pues no se ha alcanzado el mínimo indispensable de inscripciones para ello: diez.

Irónicamente se puede decir que el motivo es que todo el mundo sabe todo del sexo y, por tanto, a qué asistir. Creo, sin embargo, que la realidad es que el tema sigue inspirando lo que llamamos “respeto”, que sigue siendo tabú. Habrá quien se manifieste respecto a la noticia extremeña en contra de La Razón y, sin embargo, no acude a este tipo de cursos. Es más, puede que haya quienes quisieran pero, por el precio, no pudieran. No proclamo que sea obligatorio asistir como única e imprescindible manera de vivir. Sólo digo que pienso que es una pena porque creo que nos hubiera enriquecido a todos, pues no tenía pensado darlo en formato de lecciones magistrales, con argumentos irrefutables e ideas y recomendaciones directivas. Pensaba hacerlo de manera que todo el que asistiera participara de verdad, aportando visiones, interpretaciones, dudas, etc. Quería procurar, como suele decirse tanto hoy, la “interactuación”. Bueno, en cualquier caso, me hago cargo.

No he hecho enlaces para que no os distraigáis, pero podéis leer cada cosa a la que me refiero tracamandeando en el google, que sé que lo sabéis hacer.

jueves, 12 de noviembre de 2009

MON VOYAGE À PARIS


Un pedestal, sin inscripción alguna
y sin estatua alguna (están locos)

Mi querida, mi muy querida y añorada Mireille:

He estado callado, pero no quieto, durante todo este tiempo. Claro, ha habido bastantes cosillas. Como ya te he dicho, he estado en París, entre otras. En tu Paguí –hay que ver, cómo se pega el deje-. Y te envío imágenes que me parecen adecuadas (ad hoc, te acuerdas, ¿no?).

Nunca había ido yo por allí. Aunque soy muy de mirar, ver y disfrutar la arquitectura, amén de otras artes, fíjate que no me seducía tanto, quizá por haberlo visto en muchas fotos y películas, por resultarme tópico. En fin, que tenía ganas, pero no de lo típico.

Es verdad que es digno de ver, eso no lo voy a poner, siquiera, en entredicho.

Para empezar, nuestro hotel estaba en el corazón de Montmartre. Al primer sitio que fuimos –antes, incluso, de subir las maletas a la chambre à coucher- fue al cementerio del Norte, al Cimètiere de Montmartre. No soy mitómano, precisamente, pero me gustó ver la tumba de Truffaut, lo austera que es. Me gustan mucho sus películas –“Les quatre cents coups” bien sabes que es una de las que prefiero de toda la filmografía mundial del mundo-. Vimos también, cómo no –está en la entrada, bien grande- la de Zola. Y nos encontramos con las de Stendhal y Berlioz –ah, su "Symphonie fantastique"-.


La tumba de Truffaut, mi edad tenía cuando murió

Después nos asomamos al Mercado de las Pulgas. Luego, al Sacré Coeur. En fin, fuimos por zonas completamente turísticas. No me apetecía a mí ver tanto turista. Quería ver a los indígenas parisinos. Quería ver cómo se desenvolvían. Lo conseguí por la zona de la rue Lepic, cerca de la Place de Clichy –que, por cierto, menudos precios llevan los restaurantes que me recomendaste en esa calle, La Divette du Moulin y el Lux-. Allí abajo, en Pigalle, como parece habitual, el Moulin Rouge suele defraudar. Pero yo me lo esperaba, así que me dio igual. Sí que me fijé en algo de lo que no os había oído hablar, y que está al lado, le Musée de l’érotisme.

El día siguiente al de la llegada, como habíamos quedado con Christophe y Amélie en la puerta del museo de Rodin, pero por la tarde, nos fuimos por la mañana a ver cosas. Nada más llegar a les Tuileries, había una mani en contra de Lagerfeld, que exponía la moda prêt-à-porter de la primavera que viene. Decían las pancartas que tenía las manos manchadas de sangre. Y seguí disfrutando del modo de desenvolverse los indígenas parisinos –que, dicho sea de paso, llamo indígena al parisino de cualquier color, sexo o edad al que se le nota, y se le nota, no por el glamour, como me dijo alguien antes de ir, sino, no sé, otra cosa, otro estilo, quizá el indígena de París es “chic”-. Se les ve hasta haciendo deporte, hasta a una mujer mayor, a las mil y mona, paseando el perro por la calle Damrémont, sin preocuparse de que la miren. Y, además, las indígenas mujeres, jo, en general, qué guapas, qué atractivas son (fíjate en la reportera de la derecha de la foto de ahí abajo, la de la mini negra).


Bueno, que me voy del tema y va a salir muy larga esta carta. Te quiero reprochar que no me avisaras de que existe el museo de L’Orangerie. Menos mal que, curioseando la manifestación y las manifestantas, fotógrafas y modelas, vimos allí al lado una edificación y, como prisa no teníamos, nos acercamos a ver qué era. Menos mal. L’Orangerie, el templo, se me ocurre decir, de Monet. Disfrutamos de Les Nymphéas. Por supuesto, no menosprecio a Paul Guillaume, ni a Cézanne, Renoir, Rousseau, Modigliani, Matisse, Picasso, Derain, Utrillo o Soutine, ni, en fin a todo lo que hay allí, pero los Nenúfares, no sé si decirlo, lo eclipsan todo. Para mí, claro. En fin, lo disfrutamos. Y no nos cansamos: es pequeño y se puede ver con calma y por entero.

Después nos dimos la paliza de, andandito, acercarnos por la Avenue des Champs-Élysées hasta la Place de l'Etoile para ver el Arc de Triomphe. Luego de subir (dos veces) los no sé cuántos escalones que tiene, volvimos a bajar y nos metimos hacia Les Invalides, pasando por entre Le Grand Palais y Le Petit Palais, para atravesar el río por el Pont Alexandre III (algo hortera ya es, ya). Y de allí al Musée de Rodin. Éstos no habían llegado aún, así que, como era pronto y supusimos que lo conocían, nos metimos. Y, no te lo pierdas, algunas de las esculturas que faltaban están expuestas en Málaga hasta enero de 2010. A ver si aún me da tiempo de bajar y verlas.

Le Penseur

Cuando salimos, allí estaban los dos esperándonos. Y se sorprendieron de que apareciéramos por su retaguardia. Fue muy agradable nuestro encuentro, hacía dos años que no nos veíamos –bueno, con Amélie he estado este verano en el Pirineo, pero ésa es otra historia-. Fuimos paseando hacia L’Ile de la Cité, para ver Notre Dame y todo eso. Pero, lo mismo que les dije, te digo: sin quitar mérito, pues lo tiene, me cansaba de ver semejantes suntuosidades. Muy bien hechas, muy majas, pero, por un lado, tantas y tan similares y ordenadas, y, por otro, eso, tan suntuosas, me cansaban. Llegamos al Orsay y, jolín, qué decir, es difícil decir alguna palabra nueva, si no imposible, para calificarlo. En L’Ile, empiezas con La Conciergerie, sigues por la Petit Chapelle, le Marché des Plantes –por cierto, los periquitos allí están más baratos que aquí, las jaulas no, que son mucho más caras-, Notre Dame... qué sé yo, es todo una maravilla. Y, otra vez por cierto, se celebraba algún acto litúrgico y aquello estaba atestado, para que luego digas que aquí el personal es beato. Pero, en fin, mejor ir tranquilo y, por supuesto, no dejar de observar al personal, eso de ninguna manera –bueno, vuelvo a lo mismo: los turistas son, o somos, iguales en todos los sitios, yo me refiero, aunque me digas pesado, al personal de allí, los indígenas, los "chics" parisinos-.

La Sainte Chapelle chapada: había un concierto y
menuda forma -cutre- de anunciarlo

La parejita estaba fresca, y nos propusieron dar un paseíto por Montparnasse, barrio Latino y eso. Pues nada, emprendimos y por el Bvd. Saint Germain seguía alucinando viendo cosas y viendo gente, pero los kilos de metros que llevábamos andados estaban haciendo mella ya en nuestras piernas. Nos metimos en un Bistro –al que nos invitaron ellos, que nosotros vamos pelín escasos monetariamente hablando-, al lado mismo del boulevard, el Chez Toutoune. He averiguado –me lo dijo la loca de Amélie- de dónde procede la palabra Bistro –o Bistrot, como se prefiera-. No sé si sólo es una de las teorías o leyendas, sin que sea la segura, pero me la quedo, es la que más me gusta. Aunque no sé por qué, quizá por lo que signifique de eclecticismo, de lo contrario del chauvinismo, estereotipo tan parisino, por otra parte. Ya me dijo que tú también lo sabías. Nos recompusimos muchas partes del cuerpo, y charramos mucho y bien. Quedamos, además, en que el día siguiente ("al otrol día", no te olvidas, ¿verdad?) nos pasearíamos por algún otro sitio, conociendo nuestros gustos, para que no todo fuera ver cosas típico-tópicas. Eso sí, a partir de las cuatro o así, pues trabajaban. En el Toutoune no sólo es provenzal la comida: aún no nos habíamos sentado cuando empezó a sonar Les copains d’abord. El bueno de Brassens; me encanta que me aparezca hasta en la sopa –después de ella, famoso primer plato del lugar, nos comimos unos "moules" que para qué quieres más-. Y nada, hablamos de ti. Mireille, los cuatro estuvimos de acuerdo –aunque Mariajosé te conozca menos, también te conoce- en que, aun siendo tu amado Sète la leche, no parece que te esté haciendo bien seguir tanto tiempo allá. Todos creemos que, o te vuelves a Paris, o te vienes a Tauste, que son los sitios en los que has sido feliz y has estado en tu salsa. Sète es precioso. Es tranquilo. Es... muchas cosas es. Pero en Sète te consumes. De todo, de inactividad, de melancolía, de todo lo pasado y de ti misma. Te digo esto porque te quiero, no para fastidiarte.

Chez Toutoune


Bueno, que sigo. Nos acompañaron hacia la parada del metro de la rue du Bac. Justo antes de llegar, inopinadamente, apareció la iglesia de Saint-Germain des Prés. Nadie me había advertido y, chica, eso sí que fue un impacto. No me lo esperaba. Me dejó tocado. Muy impresionado me quedé. Es imposible saber qué me resultó de más maravilla, si el interior o el exterior (dentro de la iglesia, la Chapelle de Sainte Geneviève -es el nombre de mi madre, por cierto-, es la que ves ahí arriba).

Roberto y Mariajosé, en La Grande Place de Bruselas

Llovía a mares el siguiente día, así que nos fuimos en bus (por cierto, allí no vimos pagar ni a una décima parte de los indígenas, tan “chics” ellos, que se montaron. En Bruselas, donde también sucedía eso –bueno, allí no vi a nadie pagar, no al diez por cien, sino a nadie-, no me extrañó tanto. Bruselas, siendo también cosmopolita, la percibo joven o, quizá, más provinciana -aunque no estoy seguro de haberme explicado bien, sé que me entiendes- y, por tanto, ese acontecimiento es más de esperar. En Roma he oído que sucede lo mismo. También, y en este caso porque son italianos, bueno, romanos, es algo que no suena a inusitado, incluso, por el contrario, parece que piensas que así ha de ser. Pero París es ecléctico y no lo es desde ayer. Incluso Bruselas, aun contando con tantas culturas entre sus componentes, me parece que aún no ha llegado a asimilarlas todas, aún hay estanqueidades muy marcadas. En París, como toda megaurbe, habrá zonas e incluso “ghettos”, no digo que no, pero la cosa está asimilada, como te digo, la cuestión cultural existe no en lo uniforme, pero sí en cuanto a que existe el indígena parisino –que, por otra parte, no creo que tenga que ver con la patochada que a Sarkozy se le ha ocurrido con lo de la esencia de lo francés-, que es una persona compuesta de muchas culturas asimiladas que forman un ser completo y equilibrado o armonioso... aunque, pensando en “La elegancia del erizo”, se me viene abajo el "chambao"). Fuimos, como te digo, al Louvre y esas cosas, todas muy chulas. Yo, desde muy joven, tenía ganas de ver el Centro Pompidou. Y, por fin, lo conseguí. Días después, pocos, en el Caixa Forum de Madrid, vimos un monográfico de arquitectura y una sala entera fue para Richard Rogers, quien habló en un vídeo de Renzo Piano, y Gianfranco Franchini, los tres que lo habían diseñado. No me digas que no es casualidad. Luego, y aunque con no muchas ganas, nos encaminamos a Les Vosgues. Y, nueva sorpresa, el acceso, por obras, era a través del Jeu de Paume. ¡El Jeu de Paume! Sin buscarlo, sin haber programado verlo, me di de narices con él. Otra suerte. En Les Vosgues nos reímos viendo los precios de las casas, pero, sobre todo, por las comisiones de las inmobiliarias: había una que se vendía por tres millones y tres cuartos y la inmobiliaria percibía un millón setecientos mil. En serio. No sé cuánto podrá costar la casa de Victor Hugo, que está allí, en el número 6 me parece. Vente pa España, Mireille, que te lo puedes permitir.

Un pedacico del Jeu de Paume

Bueno, que he de abreviar. Nos encontramos a eso de las cuatro en la Place de la République, tras subir desde la de la Bastille.


Una lección de aparcamiento

Nos llevaron, tras pasearnos por el Port de la Rapée, nuevamente al Pont Neuf, donde nos montamos en un cacharro de la empresa, creo, "Les Vedettes du Pont Neuf" para dar la clásica tournée de una hora por la Seine. Y después, en su coche –tela, cómo conducen estos indígenas, si hay embotellamiento, que los hay cada dos por tres, se van al otro carril o lo que haga falta, eso sí, no vi mosquearse a nadie, aunque tocan la bocina rápido, pero sin acritud, en serio te lo digo-, fuimos a Jazz em Montmartre. Es una zona muy guachi en la Place des Abbesses, rodeada de árboles, en la desembocadura de la calle Vieuville a la plaza, ahí está ese rinconcico. Está enfrente, te lo digo porque me hizo gracia, del llamado Mur des je t’aime... Están al aire libre, que no te lo había dicho. Allí tuvimos la potra de ver el trío de free jazz que forman Andrew Cyrille, Oliver Lake y Reggie Workman. No me extiendo, porque no va a caber la carta en sobre alguno, pero ya hablaremos de ellos cuando nos veamos y nos dé por hablar de música. Sólo te digo ahora que lo pasamos de miedo.

Ahí, más arriba del metro, está la zona que te digo

Después nos dejaron en el hotel y nos despedimos, que salían para Berlín al día siguiente –no sé a qué congreso asistían- y, cuando volvieran, ya nos habríamos marchado nosotros. Quedamos en vernos, contigo, en breve, aquí o donde sea.

Al día siguiente, en fin, nos acercamos al Musée de L’érotisme. Tampoco había oído hablar de él, como te he dicho al principio. Está en Pigalle, por si lo desconoces –bueno, qué tontería: puedes buscarlo en internet-. También lo disfrutamos. Tomé nota de algo que había escrito allí. Te lo escribo, para ir acabando:

"Contrairement à l’Occident, où le plaisir a toujours été considéré coupable, en Orient, le sexe y était considéré comme source de félicité et de santé".

Ya sabes que me gustan los dessins de Barbe. Voilà

(vimos una exposición suya en Le Musée de L'érotisme)

Pienso volver a París. Espero verte, Mireille querida, allí.

Un beso.


Para quienes no sepan francés, ahí va la traducción del párrafo: "Contrariamente a Occidente, donde el placer ha sido siempre considerado culpable, en Oriente, el sexo era considerado como fuente de felicidad y de salud".

Y por si queréis saber o ver más cosas -Mireille las conoce todas, creo-, ahí pongo algún enlace:



sábado, 31 de octubre de 2009

MI PRIMERA TARAZONICA

Ahí estamos casi todos

Hace unos años, allá por el 2000, escribí en una revista que se llama CORRICOLARI una especie de crónica del primer Maratón Popular de Madrid (MAPOMA) que corrí. Hace unos días, el pasado domingo, el 25, corrí mi primer “Tarazonica”. Quedé con Rosa Angoy en que escribiría algo sobre ello. Y aquí va.

Primero he de decir que de Tauste fuimos unos cuantos: Rosa Angoy, Julio Bartibás, Salvador Borgoñón, Francisco Castillo –que no está en la foto-, Santos Cuartero, Luis García, José Manuel Lampre, Guillermo Martín –que tampoco andaba por allí cuando nos tiraron la foto-, Rodolfo Navarro, Moisés Pola, Jesús Ángel Salas, Luismi Sanjuán e Ismael Vallés. Todos ellos llegaron a Tudela antes que yo. En la foto aparece también el hermano de Luismi, José Antonio.

En 2002, y como solía hacer, dentro de la preparación para el MAPOMA de aquel año, corrí dos semanas antes el Medio Maratón de Málaga. Me lesioné en una pierna, por circunstancias. Erróneamente, sin recuperarme del todo, hice el MAPOMA, por lo que acabé de fastidiarla. Desde entonces, y aunque he ido saliendo a correr, pues me gusta, no he llegado a estar bien, no he llegado a estar como estaba –es decir, hacer carreras largas a una velocidad de entre cuatro y medio y cinco minutos el kilómetro de promedio-. Es algo a lo que aspiro llegar y pienso conseguir.

Desde entonces, o sea, hace siete años, no he hecho corriendo más de 10 kilómetros, ni siquiera entrenando. Quise apuntarme a la carrera del CSIC, que son 10 Km. por Madrid, pero el día 26 de septiembre ya no había plazas –y la carrera era el 18 de octubre-. Así que, como creía que, aunque algo justico, iba a tener tiempo de prepararme los casi 22 de la del Tarazonica, y no me fiaba de volver a quedarme fuera, me inscribí. Me fui a Paguí –ya os contaré-, estuve en Madrid, en fin, que la fecha de la carrera se acercaba y yo no estaba realizando una preparación en condiciones. Bueno, sí, técnicamente, pero me faltaban kilómetros.

Al final, las dos últimas semanas, hice un buen entrenamiento controlando mucho el volumen del mismo, y me lancé. Cuando íbamos en el bus desde Tudela a Tarazona, con Ismael a mi derecha, oyendo a unos que hablaban de hacer a cuatro veinte la primera mitad y a cuatro quince la segunda, me acordaba de otros tiempos y me acongojaba: si el control, como se decía, lo cerraban a las dos horas y cuarto, no podía subir de promedio de seis minutos el kilómetro. No las tenía todas conmigo, ya he dicho que llevaba siete años y medio sin subir de 10 km.


Esto es el inicio del inicio

En Tarazona me dijeron que, desde el Polideportivo hasta la salida oficial había alrededor de un kilómetro de salida neutralizada. Por tanto, decidí ahorrar al máximo: mi calentamiento iba a consistir en ir hasta la salida oficial, ni un metro más. Así que me quedé quieto y tranquilo, nos hicimos la foto, me puse el cachirulo... todo bien. Y Rosa me pidió que la acompañara, se ve que confiaba en mi experiencia. Yo, en cambio, desconfiaba de mi preparación. Es más, me estaba empezando a parecer una temeridad, una inconsciencia, tratar de recorrer 21 kms y pico.

Y empezó aquello. Rosa marcó el ritmo, yo controlaba los tiempos cada kilómetro. Ella iba de cine, yo, viendo los tiempos de paso, algo menos: hasta el 14, todos los hicimos en menos de 6 minutos –el que menos tardamos, el 4, lo hicimos en 5’ 12’’ y el que más, el 14, en 5’ 58’’-. Como ella iba bien, contenta, sobrada, y yo empezaba a notar algo, le dije que se fuera a su marcha, que era ella la que me había estado llevando y no al revés. ¡Qué gracia!: me hizo prometerle que llegaría. A partir de entonces, solo, iba haciendo lo que podía, y lo que podía era ir a entre 6’ 18'' y 6’ 35’’. A punto de llegar al 17, que fue el que hice en 6’ 35’’, vi que hay que subir y bajar un puentecillo sobre alguna carretera. Una vez abajo me di cuenta de lo que me pasaba realmente: llevaba la zapatilla izquierda demasiado apretada. Sólo me faltaban unos 4 kilómetros. Iba bien de todo, o sea, no cometí el error de hacer una carrera demasiado larga tras muchos años, tampoco el de cebarme con un ritmo que no pudiera soportar. No, cometí el error más tonto y de más novato que puede cometerse: atarme mal el zapato. El cabreo que pillé fue descomunal. Nada más pasar el 18 noté un dolor agudo, casi imposibilitante, en la pantorrilla derecha. Me asusté, pensé que ya había vuelto a lesionarme el tríceps sural derecho. Dudaba en parar a andar un poco. Pero pensé que, seguramente, no hubiera podido reanudar la marcha, así que decidí seguir. Cuando llegué al 19 vi que ese último lo había hecho en 7’ 04’’. Exclamé un joder que me salió del alma y busqué un modo de pisar en que no doliera la pierna o doliera menos. En esas iba cuando llegué al 20 y había vuelto a bajar de 7. Mira por donde, conseguí una pisada en condiciones cuando me puse a la par de un mozo, me dolía mucho menos, me encontré cómodo a un ritmo fuertecillo y acabé haciendo los últimos 1.642 metros –es lo que midió el GPS de Jesús Ángel- en 7’ 33’’, o sea, a cuatro cuarenta y siete.

Pobrecico, cómo acabó

El segundo dedo del pie izquierdo lo tengo hecho una piltrafilla: al atar mal la zapatilla, fue sufriendo microtraumatismos (uno cada pisada y fueron unas cuantas). Para compensar, la pierna derecha trabajó mal y más, de manera que se cargó. Si hubiera parado cuando la noté, no hubiera podido acabar, y no me he retirado nunca de ninguna carrera (pedestre, digo). Aparte, no creo que, por cuatro kilómetros, esté peor. Aunque no me hace gracia haber cometido ese error, me alegro de haber hecho lo que hice. Ni siquiera noté agujetas, a pesar de haber hecho más kilómetros de los preparados y de haber ido pisando mal: eso confirma que el entrenamiento fue bueno. Ahora espero recuperar pronto la pierna –no volveré a cometer el error de 2002, cuando corrí el MAPOMA dos semanas después de lesionarme-, no creo que llegue a tiempo de correr el Campo a Través de Tauste, pues es el día 15, pero reanudaré en cuanto pueda los entrenamientos para prepararme el MAPOMA de 2010, con la intención de hacerlo a 5’. Salgo de esta prueba convencido de que mi entrenamiento era bueno. Y, una vez más, de que en estas carreras andar bien de cabeza tiene mucho que ver con el rendimiento. Es más, me he acordado ahora de algo que suelo comentar, nunca he notado el famoso muro de los 30 en mis cinco maratones. Algo querrá decir eso, ¿no?

(Rosa, creo, como Jesús Ángel, que puedes tirar más, al menos, según te iba viendo hasta que dejé de verte... pero se puede arreglar, aunque tampoco hay que inflarse)

lunes, 28 de septiembre de 2009

UN BUEN DÍA


Bueno, pues ayer, por fin, fue un día bastante agradable.

Lo empecé con el grato regustillo que me había dejado haber visto la Contradanza de Cetina la noche del sábado, en Remolinos, como colofón del día de la Comarca de la Ribera Alta del Ebro, centrándome en el disfrute de las muestras de Dance de varios pueblos de la zona. Por cierto, recordaba que me parecieron comportarse de manera poco atinada los de las televisiones en los actos que se desarrollaron en Tauste como consecuencia del luctuoso suceso de la semana pasada –supongo que sólo es su trabajo, pero hubo momentos y lugares en que metían el micro y enfocaban la cámara que no me parecieron oportunos- porque no identifiqué a ninguna grabando los dances que se exhibieron en Remolinos. Hay un dicho que dice No news, good news (no hay noticias, buenas noticias). Pero, si le damos la vuelta: Good news, no news (buenas noticias, no hay noticias), dice lo que he hablado antes.

Bueno, a lo que voy: aún saboreaba el ritmo machacón de la música y la plástica de las mudanzas de los danzantes -¿o contradanzantes?- de Cetina, cuando leí en El Periódico de Aragón un titular en el que se resaltaba un comentario de Alberto Larraz, nuestro Consejero de Economía, que decía: "El decrecimiento este año irá de tres a cuatro puntos negativos". Desayunar leyendo eso me pareció lo mejor, porque, claro, si el decrecimiento es de puntos negativos, entiendo yo que eso significa que va a haber crecimiento, ¿no? O sea, si algo baja negativamente es que sube. De manera que, aunque no entiendo de economía, ni alcance yo a saber en qué me va a afectar que crezca, me parece que he de ponerme contento... ¿o me estaré equivocando?

Aún siguió el día dándome satisfacciones, pues el CAI Aragón ganó al Natur House Rioja, al que no había conseguido ganar en la pretemporada, y sigue habiendo ganado todos los partidos de la Asobal; el Tauste, haciendo un partido majete, ganó al Villanueva, y el Zaragoza, del que sólo pude ver la segunda parte, ganó con todo merecimiento al Getafe.

Así que no me quejo del día de ayer, no.

viernes, 25 de septiembre de 2009

AUNQUE LLUEVA


Leo un artículo de Ignacio Escolar, en la Contraportada del diario “Público”, en el que dice: “Aquellos que piden que PSOE y PP pacten los grandes temas de Estado pueden dormir tranquilos... Puede que ante cuestiones menores, como la educación o la justicia, el consenso sea imposible.” Habla luego de que la gran coalición siempre está ahí para salvar la patria y sus valores. Y cita cuatro ejemplos de esos asuntos de gran trascendencia: la regulación de la prostitución, el aumento de tropas en Afganistán, la no promoción de fiestas en las que se maltratan animales y la reprobación –que no- de las palabras del Papa contra el condón. No niego que sean importantes estos cuatro temas, pero, jo, llamar cuestiones menores a la educación y a la justicia, me parece temerario y me parece inconsciente.

Pienso en los libros de los que he hablado en la anterior charrada y pienso en el asesino –no presunto, joder ya, que lo vieron unos cuantos- de Benjamín Gracia el martes. Igual, a él y a otros así, les podría venir bien leer –y asimilar- ese tipo de libros. Igual esta sociedad tiene que reflexionar algo más y condenar algo menos –o condenarse a sí misma-, porque probablemente, a la vista de los asesinatos de tantas mujeres por sus parejas, de un chaval en el metro porque pensaba de manera distinta, de la chica de 16 años del otro día... o de Benjamín, a la vista de todo esto, como digo, concluyo que la que falla es la sociedad, que no ampara a sus miembros, que los hace víctimas y verdugos.

José Luis, el alcalde, cuando dijo en público que se suspendían las fiestas, habló de que había que reflexionar sobre lo sucedido. Y creo que sí, que se impone hacerlo. Seguro que tenemos todos un dandalo, un runrrún, cada cual el suyo, pero todos alguno.

La sociedad, pienso, es algo más que la suma de sus partes, es decir, que la suma de quienes la componemos. Sin embargo, también creo evidente que su entidad, la cualidad existencial y esencial, se la damos los individuos; en el fondo, es un ente abstracto que nos sirve para echarle culpas y quitarnos responsabilidades individuales. Por tanto, creo que hemos de reflexionar cada uno, que es, por otro lado, como únicamente se puede hacer eso de verdad. Una vez obtengamos alguna conclusión, tenemos que actuar con consecuencia. Así podremos conseguir que cambie el conjunto, el grupo que somos y que llamamos sociedad; la que juzga y condena a sus miembros, pero también la que los educa y por los que ha de velar. En todo caso, hemos de seguir preguntándonos por qué suceden estas cosas y cómo conseguir que nunca más sucedan. Y no inhibirnos en cuanto a comportarnos según hayamos decidido que debemos.

En el tanatorio, con Carmen Gracia Longás, recordábamos nuestros juegos de chicos por los graneros de su casa, yo, por la proximidad en cuanto a edad, con Jesús más bien, aunque también, y no poco, con ella. Durante el silencio en la Plaza, pensaba también en María Dolores y en los dos hijos que les quedan, Enrique y el pequeño, que no recuerdo su nombre... y, aturdido, sigo pensando en que habrá que pensar que algo pasa cuando alguien decide que va a matar a otro, y no deja de hacerlo. A lo mejor le pareció ser menos algo, menos hombre por ejemplo, si no cumplía lo que se había propuesto hacer. También éste es una víctima, aunque haya sido el verdugo.

No son asuntos de pequeño calado, pero no por ello hemos de reblar: hay que afrontar para ver de resolver. La familia no quiere venganza, malo sería. Hay que ayudarles, hay que estar con ellos; este chandrío nos atañe a todos. Igual la educación pudiera servirnos para saber convivir. No entiendo, insisto, cómo pueden ser temas menores la educación y la justicia, ni cómo pueden dejarlos en segundo plano quienes gobiernan. Así sí que vamos aviaos, desde luego.

(Veo que ha sido esto un batiburrillo, una tormenta de ideas y palabras, pero, como no me veo capaz de ordenar ni de expresarme mejor, supongo que por el agolpamiento de emociones y cavilaciones, y como no quiero dejar de decir lo que me pete, aquí -y así- lo dejo)

miércoles, 23 de septiembre de 2009

¿QUÉ ES LO MISMO?


El desbarajuste en el que me he visto inmerso a lo largo de todo este verano, acentuado en los últimos veintitantos días, iba acabando, dejando paso al sosiego que me es preciso para poder sentarme y decir cualquier cosa aquí delante, de modo que ayer iba a ponerme, por fin, manos a la obra. Quería decir acerca de las dobles morales y la autoayuda. Pero, al enterarme del asesinato de Benjamín, el estupor me dejó en silencio.

Hoy, algo más calmado, me pongo, a ver qué tal.

La doble moral, el doble rasero es palmario en lo que ha sucedido en Benidorm. Y no me refiero a que el PP critique ahora a otros lo que ese partido hizo allí mismo. El tema del transfuguismo me huele raro. Resulta que no es ilegal que alguien decida cambiar. Y, sin embargo, es vilipendiado como en otros tiempos lo hubiera sido un apestado: hay un pacto antitransfuguismo. Que se respeta, aparentemente, según convenga a los respetadores. A mí me da por pensar que no haría falta ese pacto si no fueran las elecciones mediante listas cerradas. Pero, ya que lo son, también me da por pensar que, quizá, la persona tránsfuga o desertora o como se quiera llamar, puede que cambie de ideas de manera real y sincera. Es decir, que lo haya pensado, que cambie porque su conciencia así se lo dicta. Porque, vamos a ver, eso que se llama disciplina de partido a mí me parece dictadura de partido. Lo más antidemocrático de una democracia es un partido, visto de esta manera. Y, desde luego, si la Constitución a la que tantas veces se refieren y tanto reverencian, según convenga, ampara estos hechos, contraviniendo, como se ve, ese pacto “conveniente”, habrá que deducir que, o no está bien hecha, o no se sabe –o no se quiere- aceptar las reglas que se inventaron para convivir en democracia. O esos pactos no son del todo democráticos, sociales, lógicos o humanos. O qué sé yo: en todo caso, he aquí lo que decía de los distintos raseros, las distintas varas de medir, la doble moral de los morales.

Hay muchos, pero muchos, muchos, que denuestan a los libros de autoayuda y a quienes los leen. Pues bien, quizá por mi profesión, he tenido que observar y analizar algunos de esos tratados. Y no todos merecen ser juzgados de manera peyorativa (me viene a la cabeza, por poner sólo un ejemplo, pero hay muchos más, el libro de Martin E. P. Seligman titulado “La auténtica Felicidad”, libro que nos recomendó en un curso Santiago Gascón, profesor de Psicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza). Hay personas a las que sirven, como puede servirles el Tao, por ejemplo. Les hacen conocerse y les ayudan a mejorar. El hecho mismo de intentarlo, el hecho de acercarse, de buscar, ya les da puntos a favor. Nos dice que esa persona tiene, por resumir, buenas intenciones y ganas de aprender y de crecer.

Quizá no hayan leído los tránsfugas de Benidorm ningún libro de este jaez, pero hayan decidido, de buena fe, que es mejor para su pueblo hacer las cosas como las han hecho. También puede que sí, que hayan aprendido cosas de esos libros y hayan sido consecuentes con los dictados de su conciencia. Puede que no obedezcan a dictados interesados, o de intereses personales y egoístas. ¿Por qué hemos de creer, en todo caso, que son unos frívolos mercachifles?

Yo prefiero creer en la buena fe del personal, me es más cómodo. Podéis pensar, también, que soy un ingenuo... y, joder, ahora que lo pienso al releer, que barro pal PSOE. Pues no, quede claro que no: no defiendo a ese partido, ni a ninguno. Lo dicho más arriba respecto a los partidos lo digo por todos.

martes, 1 de septiembre de 2009

... Y ALLÍ ESTUVIMOS

Bueno, pues sí, allí estuvimos unos cuantos.

Lo que leyó Fernando, ya lo tiene referido Marisancho. Creo que la jornada, el ratico aquél, estuvo bien. Hubo gente.

Yo firmé un papel en el que se decían cosas a reivindicar. No estuve en desacuerdo con esas cosas, por ejemplo, exigir que se firme un protocolo de actuación en estos casos. Al parecer, un par de meses no hace aún que se firmó uno, que no ha servido de nada, porque uno de sus puntos decía que tienen potestad para decidir que se entre en estos terrenos los torpes que ahora la han liado. Así que, en fin, estuve de acuerdo, como digo. Sin embargo, eché de menos pedir que se vayan, que se vayan los militares. Si no es posible que desaparezcan, que se vayan, aunque sea a la mierda. Pero no, no vi que se pidiera esto.

También vi que se pedían compensaciones... y vi allí a alguno que otro que no creo que tenga mucho que ver con los conceptos juntos de monte y comunal. O su desfachatez es mucha: tiene en el monte comunal de Tauste edificada una parcela para su uso privado. Edificada y vallada. Me parece que pertenece a un partido –o alguien significado de su familia- que estuvo reivindicando lo mismo que, en mi opinión, menoscaba con su actitud. Es más, hay tribunales que han sentenciado que ha de derribar y pagar una multa. Así pues, su presencia allí era una falacia. Y con la mía nada tenía que ver.

Me gustó la actitud en general, me gustó lo que leyó Fernando. Y que se plantara una sabina. Ya digo, eché de menos el apartado que digo en el papel a firmar y de más al individuo del que hablo.

Siento que no sea éste un escrito tan positivo o tierno como el de Marisancho. Pero lo que he dicho tenía que decirlo.

sábado, 29 de agosto de 2009

FUEGO MILITAR


El día 18 salíamos de Sádaba porque teníamos que estar en Zaragoza el 19 bien temprano y, claro, estando en fiestas, era más prudente salir del meollo antes de que éste se produjera. Así pues, decidimos apartarnos de la vorágine y dormir en Tauste. Pues bien, serían las seis de la tarde cuando asomamos el hocico por la Atalaya y ya vimos y no entendimos una nube por encima de La Plana. Es fuego, dijimos. Por desgracia, no nos equivocamos.

Esa noche llamábamos a gente que fue informándonos de lo poco halagüeño de las perspectivas que se vislumbraban.

El día 19, al levantarnos, teníamos la “luna” llena de ceniza. Cuando a mediodía volvíamos de Zaragoza, desde Alagón se veían las llamaradas por la Plana. Hicimos alguna foto.

También nos dio tiempo a oír por la radio comentarios emitidos por dos personas con cargo: José Luis Pola, como alcalde, opinó que no se habían hecho las cosas bien, que se había empezado tarde a actuar. Javier Lambán, como presidente de la Diputación, no dijo nada. Le preguntaba el preguntador acerca de si se había actuado correctamente por parte de los militares y dijo que los efectivos de la Diputación, de quien era jefe, lo habían hecho de manera soberbia, sin tacha. Que estaba absolutamente satisfecho de su funcionamiento. El preguntador insistía, pues no contestaba a lo que le preguntaba, que se basaba en lo dicho por nuestro alcalde... pero Lambán seguía diciendo que todo se había hecho de la mejor manera, divagando en suma, y de ahí no hubo manera de sacarlo. Independientemente de mi relación con José Luis, a mí me pareció que expresó una opinión y el otro se limitó a no ser díscolo, para conservar su trono, supongo yo. Aún oímos a Ismael Sanz, que se expresó muy bien por cierto, como es habitual en él, decir que si a alguien le arde un campo y prohíbe que entre nadie en su propiedad a apagarlo, como se empecinara, seguramente acabaría en la cárcel.

Ya hace unos días desde el Chandrío. Bueno, desde que se produjo el chandrío, que, las consecuencias, pa días. Aunque a lo mejor el chandrío es consecuencia, y no causa, de otros chandríos.

No, yo no fui a la mili. No quería ir, me sabía malo, no sabía a qué fin ir. No sabía, ni sé, para qué sirven los militares.

A lo mejor es necesario el ejército. Quizás, de no tenerlo, estaríamos invadidos, a estas alturas, y ni seríamos aragoneses ni andaluces ni españoles ni nada. A lo mejor hablaríamos hoy en suomi o tagalo, por ejemplo, porque nos habrían invadido gentes de por ahí, de Finlandia o Filipinas, que me ha apetecido poner los dos primeros países que me han venido a la cabeza. Y, por casualidad, empiezan por efe sus nombres. De todas formas, sigo pensando que la necesidad de los ejércitos demuestra que no se sabe vivir, que no se tienen habilidades para resolver conflictos, como digo en otro lugar, en su primera parte.

Ya que los tenemos, parece lógico que se entrenen. No servirían de nada si no lo hicieran. Para que se entrenen son precisas dos cosas: sitio y perras. Las perras ya las tienen (en los Presupuestos Generales del Estado para 2009, se han adjudicado al Ministerio de Defensa 8.240.770.710 €, o sea, ocho mil doscientos cuarenta millones, setecientos setenta mil setecientos diez euros; al de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino 4.813.932.310 €, o sea, algo más de la mitad que a aquél; al de Educación, Política Social y Deporte, 3.819.284.040 €, que son tres millones de euros menos de la mitad de lo asignado a Defensa; al de Cultura se le asignan 836.665.000 € y al de Sanidad y Consumo, 760.020.640 €). El sitio, ya sabemos: uno de ellos es San Gregorio.

El hecho de que se entrenen en todo el cogollo, quiero decir, muy cerca de zonas habitadas, en parajes muy de aprovechar, en lugar de ser destrozados a bombazos, supongo que obedece a que así lo hacen en situaciones muy parecidas a las reales. Pues para lo que les ha servido...

Estos guerreritos puede que ensayen situaciones guerreras, de subsistencia, etc. Dicen que ese día no había maniobras. Que en verano no las hacen. ¿Cómo surgió el fuego pues? Creo que nunca lo sabremos. Puede que el sol diera en el cristal de algún reloj que se le hubo caído a algún coronel cuando retozaba con alguien, en una noche de luna nueva y, claro, no lo encontrara en el fragor de su batalla concupiscente. Luego, prendió en unas matas secas que por allí abundan, dado lo poco que parece que limpian el terreno, y, hala, el fuego se hizo. También puede que no fuera ése el origen.

Después, como ellos se conocen el terreno a las mil maravillas y creen ser tan agudicos, trataron de apagarlo. Pero no pudieron. Ese día igual estaba arrestado o de permiso o en la enfermería el que sabe de apagar fuegos. En fin, la cosa se les fue de las manos... se les cruzaron los cables. ¿Será eso lo que llaman fuego cruzado? Luego, hasta unas cuantas horas después, todos los que estaban esperando, humanos civiles y materiales civiles, cada vez más quemados con la tontería de esas gentes, tuvieron que arrear con el problema que, incrementado –incendio, incompetencia para apagarlo, soberbia por no pedir ayuda a tiempo y torpeza por dejar por aquí y por allá porquería mortífera-, habían causado.

No sé mucho de lo que ocurrió. Pero, con lo que sé, me planteo cosas que acaban concluyendo en lo que ya he dicho antes:

Entrenan en lugares donde es peligroso hacerlo; gastan una pasta gansa en vehículos, en municiones, en uniformes, en comidas para ellos, en ropas, en agua –para beber, lavarse, lavar sus ropas-, en combustible, en sueldos; menoscaban el medio, contaminándolo, quemándolo. Yo creía que, además de pegar tiritos y todas esas chorradas que tanto gustan a unos cuantos, se preparaban para ayudar a los civiles. Sin embargo, la sociedad civil fue la que arregló el desaguisado, en lo que se pudo remediar. No sé, insisto, para qué sirven los militares.

Y mañana, día 30, a las 11 de la mañana en la Caseta del Jabalí, no creo que haya quien me lo explique.

jueves, 13 de agosto de 2009

METAFÍSICA U QUÉ SÉ YO (The inner life, me se valga)




Ayer alguien me dijo que “hay que hacer más vida interior”. Lo entendí. El gesto de pesadumbre, además, me indicó que consideraba que su vida estaba siendo frívola. Y que no le gustaba.

Estoy de acuerdo en que la vida superficial es una vida sin sustancia. Y en que, para una vez que se vive, es mejor aprovechar. Me fijé en esas mariposicas blancas que mueren en una noche: estaban sin parar de moverse, aleteando y reptando, buscando comida hasta que morían. Hasta el último momento seguían alimentándose como con frenesí, como con ansia. Ellas no sabían lo que yo: que ni siquiera iban a poder digerir lo que ingurgitaban, que su trascendencia es inexistente. Pero yo también sé de nuestra trascendencia, la de los seres superiores que somos los humanos: la misma que la de la mariposa, o sea, ninguna. No nos diferenciamos tanto.

La vida interior, realmente, es la única vida que tenemos. Pensemos en qué sucede alrededor. Tenemos acceso a la información de lo que ocurre, bien de primera mano –observamos acontecimientos que pasan ante nosotros- o bien por intermediación de otros –leemos, vemos u oímos lo que sucede, sin que nosotros lo hayamos presenciado-. Una vez informados, adquirimos el conocimiento del hecho, lo procesamos y es entonces cuando nos emocionamos, de la manera que sea. Es decir, la cosa no es la que provoca que sintamos, sino conocer la cosa. Por ejemplo, se muere un amigo ahora mismo en Sebastopol y nos enteramos dentro de un año. Padecemos, penamos, a partir del año que viene, cuando lleva nuestro colega –que en paz descanse- doce meses criando malvas.

Cada uno es una isla. Para cada uno, todo está en función de cada uno. Lo único que sabemos realmente es lo que nos pasa y lo que vamos sintiendo acerca de ello. Es como si no nos moviéramos, como si todo girara alrededor de nosotros. Como si no nos desplazáramos, no fuéramos a los sitios, sino que los sitios nos vinieran. Siempre que estamos conscientes, percibimos lo nuestro y lo alrededor; o, lo que es lo mismo, a nosotros y a la periferia colindante, ambos como tales.

Hasta el más dicharachero guarda algo dentro. Nadie puede –algunos, ni quieren- mostrar su interioridad completamente: todos tenemos emociones, todos podemos nombrarlas. Pero cada uno tiene matices propios, individuales, distintos a la hora de procesar la información, que son los estímulos que provocan después nuestras emociones. La emotividad es distinta, asimismo. Por tanto, cualquier esfuerzo por expresar al otro la absoluta y completa descripción de nuestra interioridad, es infructuoso. Pero no pasa nada: podemos acercarnos mucho y acercar a nuestros próximos a nosotros. Veamos a Gandhi, por ejemplo.

Es decir, repito, la única vida, real, que tenemos, es la interior. Así que no estoy completamente de acuerdo con aquella frase del principio que ayer se me dijo: hay que hacer más vida interior. Pienso que lo que realmente quiso decir, o, al menos, lo que yo creo que hay que hacer, es ser conscientes de esa vida interior, la única vida. Ser conscientes con objeto de poder ser dueños de esa interioridad para poder disfrutarla, disfrutarnos. Ser conscientes de nuestros límites, pero tratar de ampliarnos, de crecer y enriquecernos (ojo, no hablo del enriquecimiento pecuniario). Disfrutar de una fidegüá en el refugio de Lizara, y de la mera contemplación tras subir al Foratón. O contemplar la Torre de Tauste o el paisaje que nos ofrece desde arriba. Tenemos la ventaja de que nos sabemos, es decir, sabemos que somos, cosa que, al parecer, las mariposicas de la luz –y la mayor parte de los otros bichos, los no humanos, según creo- no tienen.

¡¡¡No he tomado nada raro!!! A no ser que fueran alucinógenas las borrajicas que me he metido a meyodiya –que estaban de alucine, por cierto-.

martes, 11 de agosto de 2009

EN VERANO AL RECREO II

Por esta vez, la escuela parece vacía

Quería yo seguir haciendo crónicas de la VI Edición de “En Verano, al Recreo” y, mira por donde, no hubo actuación este sábado pasado, lo impidió el tiempo. Mecagüen...

El sábado, día 1, estuvimos acongojados mirando para arriba y, al final, salió la sesión perfecta, por así decir. Éste, el 8, yo al menos, tan tranquilo. Ni me dio por mirar en la Agencia Estatal de Meteorología, tan claro lo tenía, tan seguro estaba de que todo iba a furular a la perfección. Tenía muchas ganas de saber qué era eso del funky show que nos deparaba el grupo Che y Moche en su obra “La Orquesta”. Uno busca en la wikipedia y halla, entre otras, la acepción de funk que os subrayo, de modo y manera que la curiosidad está palmariamente justificada.

A las siete y media empecé a correr en Sádaba la tercera edición de la “Vuelta al Pantano Valdelafuén”, con otros 55 más. Tenía fastidiado desde el miércoles un músculo de los del tríceps sural, uno que se llama sóleo, así que, como le tengo prometido a una persona que quiero hacer esa carrera mientras pueda, descansé desde entonces y me empeñé en hacerla con rasmia, pero con la rasmiez, rasmidad o rasmitud que pudiera, dejando para otro año tratar de bajar de la media hora. Me equivoqué en cuanto a lo de comer y sobremesear, así que, además de lo del musculico, salí entripáu. En resumiendo, corrí como pude, tardé 32 minutos en recorrer los 5.800 metros –que no está mal, después de todo, para como iba y para como estoy últimamente y, he de decirlo, llegaron antes que yo dos taustanos, Jesús Ángel Salas y Rosa Angoy- y veía unas nubes por la parte de Navarra, que en ningún momento me hicieron pensar que pudieran estropearnos lo del Recreo. A todo esto, siendo el 8 de agosto, corriendo y, además, haciéndolo cerca de un bombero, no me olvidé de Dana, la hija de mi amigo Miguel –el Cervantes de la caravana-, que cumplió ese día... los años que sean. ¡Felicidades otra vez, Dana!

Tras visitar a la tía Luisa, nos bajamos para Tauste. Y empezó a llover. Antes de Ejea, con calma. Pero, entre Escorón y La Venta, sin talento. En la Venta, por cierto, me acordé de mi tío Antonio "Carabinero". Allí, cuando tenía unos 10 años, tuvo que esconderse –era el año 1936- y vio que mataban a unos cuantos “de la parte de Sádaba, Uncastillo y por ahí”, tal como él dice. Con 10 añicos vio –y recuerda con frecuencia- unos cuantos cadáveres de gente asesinada por sus ideas, por tener buenas ideas; y es muy probable que uno fuera el de Conrado Echegoyen Barnese.

Pero, bien, a lo que voy. A partir de ahí apenas de vez en cuando caían unas goticas. Teníamos esperanzas, Mariajosé y yo, de que pudiera celebrarse el concierto. Nos fuimos, sin parar a ducharme, a ver cómo estaba el asunto en la escuela. Y estaba mal. No había muchas esperanzas. Hacía frío. Pero Jaime Carbonel y señora y algunas personas más, allí estaban, fieles. Los Che y Moche también estaban, jodidos pensando en que no iban a poder actuar, porque les hacía mucha ilusión; les encanta mostrar ese espectáculo. Decía uno de ellos que hubiera gustado, pues, cuando el emisor está disfrutando, transmite ese placer al público. En fin, que nos quedamos a la fresca. Aún me fui a casa, me duché –y me abrigué-, y llegué a tiempo de retirar las sillas, pues había caído una buena cantidad de agua y se había optado, definitivamente, por suspender la cosa.

Llamé a Txema para contarle la mala sombra del sábado de autos y felicitar-nos de cómo había salido siete días antes. Me expresó sus condolencias, sinceramente –no me dijo que le hacía duelo, porque no saben en Málaga decirlo, pero entendí que era lo que me expresaba-.

Al rato, en el bar nuevo, me encontré con una gente que hacía algún tiempo que no veía. Ella me dijo que les iba bien, que funcionaban como pareja. Miré a los dos, que me sonreían, y les volví a decir, como había hecho hará cosa de dos años: “no, si va a ser verdad que la terapia sexual y de pareja funciona”. Nos echamos a reír los tres. Son ellos dos personas que acudieron a mí cuando pensaban que como pareja estaban a punto de dejarlo, de naufragar. Mira por dónde, según me dijeron, desde entonces van cada vez mejor. Y recordamos cosas. Qué curioso, La Venta salió a colación, por motivos diametralmente opuestos al asunto de mi tío, en este caso la cosa era muy placentera, era por algo que se procuraron allí una noche del verano pasado, a la luz de la luna. Pero, como se decía en “Irma la dulce”, eso es otra historia -¡ay, Billy Wilder!-. Algo es algo, me decía yo, pensando en cómo había ido acabando el día.

Hay de todo, como veis. Y, qué queréis que os diga, todo afecta, incluso las cervecicas que van siendo consumidas en este verano enorme. Así que, como decíamos jugando a “Se retira tomate cagadilla”: “me se valga”.

(Por cierto, y ya que digo “me se valga”, me viene al esmo que, leyendo hoy la prensa, cuando Montoro dice lo que dice –pinchad en el último dice, joder- se me ha ocurrido lanzar una cuestión: ¿creéis que dijo lo mismo cuando se le lió la que se le lió a Julián... -jo, no recuerdo el apellido, ése que estuvo en el Rocío con Isabel Pantoja, que fue alcalde de Marbella-? Lo digo porque tan persona con responsabilidades públicas y tan honesta como pueda serlo cualquier chorizo electo, convicto e irresponsable público del PP -o del PSOE, o de IU o del Sursum corda- es, o era, el Julián al que aludo, o cualquier otro “Julián”).

Me se valga todo este maremágnum o batiburrillo (no se me pregunte qué tiene que ver todo entre sí, que no voy a contestarlo)... y esperemos poder contar más de Gabriel Sopeña que de Che y Moche.

martes, 4 de agosto de 2009

THE SILVER BEATS ABREN LA VI EDICIÓN DE “EN VERANO AL RECREO”

La mejor foto que pude obtener con mi cámara

Ya se ha celebrado la primera de las sesiones de la edición de 2009 de “En verano, al recreo”.

Vino mi Laura el jueves con Alberto, su novio, y les dije que habían tenido arte al caer en estas fechas, pues iban a poder ver actuar en el recreo a The Silver Beats –Laura conoce a Txema desde que era chiquitilla-. Le hizo mucha ilusión.

El viernes llegaron, en una furgona atestada, tres de los miembros del grupo, Jesús, Juan y Txema. Se habían pegado una paliza de 10 horas desde Málaga. Los otros dos llegaron el sábado, por motivos de índole laboral Antonio y familiar Juan -Tocayo, tío, que se os arreglen las cosas a ti y a Tere, que estuve muy a gusto contigo aunque fuera tan poquico rato y que tenemos mucho que hablar aún-. Tras cenar, los dos primeros, muy prudentes ellos, se recogieron. Pero Txema y yo, que no habíamos tenido ocasión de charrar en condiciones desde hacía mucho –en mayo, en Málaga, estuvimos un ratico nada más en su casa-, nos fuimos por ahí. Y nos fuimos a dormir cuando faltaba poco para las seis de la madrugá.

Habíamos quedado con Emeesecé, el insigne prócer, a media mañana. Así que a las nueve menos diez estaba comprando yo el periódico y, poco después, todos a prepararse para acudir a la cita. Aún nos entretuvimos, había mucho que preparar o arreglar, tras la vorágine del día anterior.

Pero, en fin, pasadas las once, ante Santa María, iniciamos la visita que tenía yo ganas que emprendieran, tanto Laura y Alberto, como Jesús, Juan y Txema. La ascensión a la Torre de Tauste, a pesar de su dificultad, no fue una perja, creo que, en buena medida, gracias a las enseñanzas que nos fue proporcionando nuestro guía de manera amena, y jocosa en no pocas ocasiones –su manera, en fin-. Aunque a Txema se le atragantó un poco el último tramo, él solico lo superó. O sea, podríamos atribuir un milagro a nuestra torre, pues aquél fue un acontecimiento terapéutico, al fin y al cabo, una persona humana superó una fobia. Bien, una vez rematamos allí, nos iluminó Manué con sus conocimientos, transmitiéndonoslos, acerca de los altares de la iglesia y nos mostró los adentros, tanto del Retablo del altar mayor, como del Torno de Santa Catalina. No pudo venirse, pues tenía quien le esperaba, a la Topera, a echar el “Vermú”. Teníais que haber visto las caras que pusieron los Beatles malagueños conforme degustaban las Anchobas –con mayúscula, qué leches-. Pidieron dos veces más. Contando que íbamos a comer en casa y que hacía calor y que tenían que montar las cosas, probarlo todo y, luego, actuar, yo estaba preocupadín. Sin embargo, demostraron ser profesionales: fueron frugales en comercio y en bebercio. Y, además, unos –los que más habían dormido la noche pasada- se fueron a ensayar, calentando dedos y voz, y el otro, Txema, se echó una siestica muy reparadora, después y antes de seguir hablando de la torre: fue un impacto, le maravilló todo, pero lo que más recordaba y nombraba era la bóveda, los ladrillos disminuyendo la luz hasta encontrarse.

A las seis en punto, ya estábamos en la escuela –sí, ésa, la que me encantaría que se llamara Escuela 23 de abril-; allí los dejamos montando el tinglao y Mariajosé y yo nos fuimos a Gallur a buscar a Antonio, que venía en el tren de las 18:16. Observábamos el cielo y notábamos el aire y pensábamos si se iba a fastidiar el concierto, como consecuencia del tronadón que parecía avecinarse. Cayó una buena cantidad de agua, pero a poco más de las siete ya había acabado y había quedado un ambiente muy agradable.

También nos pusimos a montar nosotros: las sillas, las mesas, la barra. En ésas estábamos cuando aparecieron los moteros de Toledo, que vinieron en coche. También vino una cuadrillica de Zaragoza que conocía Juan (Márquez). Nosotros no sabíamos cuántas sillas poner, pues quedaría muy feo si venía poca gente y había muchos vacíos. Decidimos poner 110 plazas. Al final, parece que brincamos de los 150 asistentes.

El costumbrico de no ser puntuales llevó a que no empezaran, como estaba convenido, a las 10. Pero, a las 10 y cuarto, ya había personal suficiente y no era plan de tener esperando a los que habían sido respetuosos llegando a la hora.

Una vez aquello dio inicio, era para ir viendo las caras del público. Por resumir, yo diría que el asombro era lo general: creo que les resultaba difícil creer que aquellos cinco parecieran talmente los Beatles –interpretando, claro, que en lo físico no-. Traían, así nos lo mostraron a Pilar Fresco y a mí, repertorio preparado para actuar dos horas y media. Les dijimos que quizás iba a ser demasiado; así que convinimos en que durara hora y media, que acabó siendo y tres cuartos. A todos, ellos los primeros, se nos hizo corto. Estaban nerviosos al principio, era la primera vez que actuaban tan lejos de Málaga, desde luego, la primera en Aragón, además de ser su concierto tricentésimo. Pero en seguida empezó la cosa a rodar y todos disfrutamos. Siguen creciendo, desde la última vez que los vi tocar, en noviembre de 1999 –no lo había dicho aún, fue en un homenaje, cuyos motivos no voy a contar ahora, que me hicieron en un momento muy especial y en un sitio también especial, tanto para Txema como para mí y alguno más, como Eva, Paqui, Miguel, Pepe, Gertrude y mis hijos, entre otros-. Cuando ya empezaba el personal a disgregarse y concentrarse en los güegos fritos, aparecieron tres o cuatro personas que habían estado dando vueltas por Zaragoza buscándolos. Eran unos oscenses beatlemanos –aunque ella es argentina, todos viven en Huesca- que se habían enterado de la actuación, pero no supieron que iba a ser en Tauste hasta muy tarde. Llegaron casi nada más acabar el concierto. Qué lástima. Txema, Alberto y yo aún aguantamos luego en casa hasta las 05:52, venga a hablar, bien a gusto. Txema, estuviste "sembrao" toda la noche.

The Silver Beats, en los escasos dos días que estuvieron en Tauste, se empapuzaron bien de lo nuestro -incluso de güegos fritos para recenar tras su concierto-. Se llevaron un buen sabor de boca de su presencia aquí y nos dejaron un buen sabor de boca de lo que hacen. ¡Que hay que ver cómo lo hacen! Ya tengo ganas de que vuelvan.


lunes, 27 de julio de 2009

LOS BEATLES DE MÁLAGA


El sábado próximo, el día 1 de agosto, empieza la VI edición de “En verano al recreo”.

Se inicia la cosa con unas gentes de Málaga que conozco, aunque hace algún tiempo que no los veo tocar, que se dedican a calcar a los Beatles, a los de la primera época; y lo hacen bien, pero bien, bien. Se llaman The Silver Beats.

Mi amigo Txema, al que muchos le dicen José María García Ballesteros –mia tú qué cosas- me contó, luengo tiempo ha, que habían formado un grupo que se dedicaba a eso, a rendirles homenaje como mejor creían, sabían y podían: cantando sus temas. Ya conocía yo también a Jesús, su hermano, y sabía de su fiebre por los de Liverpool. A mí me gustan mucho también. Me gustan como las judías con chorizo o los chanquetes, es decir, sé que me gustan esas cosas desde que las conozco, desde que sé que existen y las he probado, desde siempre, vamos. Me acerqué al Route 66, un garito de Fuengirola en el que actuaban con asiduidad, y allí flipé: era como si hicieran un playback de ésos, parecían talmente los Beatles. Ha llovido no poco desde entonces; ahora, tras tanto rodar y trabajar -ya casi podría decirse que lo suyo es virtuosismo-, en el recreo de la escuela de Tauste (la que podría llamarse Escuela 23 de abril), todos los que queráis acudir podréis disfrutar de un remedo, increíblemente fiel. Como cerréis los ojos, os parecerá estar escuchando a los John, Paul, George y Ringo. En serio.

Ayer hablaba con Txema –que es el de la foto de arriba: estamos dos, ¿no? uno soy yo, pues él es el otro, mira que es fácil- mientras conducía hacia Antequera, donde iba a asistir a un concierto de Blues, y me hizo ver que tienen mucha ilusión por tocar en Tauste, tan lejos de su zona habitual. Ya queda muy poco para ese momento, el de su debut en tierras aragonesas. Me dijo también que ahora, allí en Málaga, ha salido un grupo que les hace la competencia. No conozco a ese nuevo grupo, pero estoy seguro de que aún les falta mucho para ser tan competentes como los Silver, pues éstos llevan mucho tiempo rizando el rizo.

Según cuentan los del Sgt. Beatles Fan Club, que es el mayor de los clubes de fans de los Beatles de España, los malagueños son los mejores de nuestro país. Mira por dónde: vais a poder verlos todos los que estéis por aquí cerca.

Si queréis ir conociéndolos, aquí os pongo su web:
http://www.thesilverbeats.es.kz/

miércoles, 22 de julio de 2009

LA CALOR Y LAS NEURONAS

Todo correcto

Volvía de correr, por el Camino las Viñas, y el amigo Ángel Martínez (Mandajo), desde el púlpito de la máquina diabólica que conducía, se ofreció a llevarme, porque, me dijo: “ña queres estalentáu: correr con el sol que está caindo. Hala, que te subo en el tratol”. Me quedé caviloso. Pensaba que, en Aragón, solemos usar de cierto modo la palabra talento. Entendemos cuando se nos dice que alguien tiene talento para la pintura, las matemáticas o la poesía, pero más bien la usamos como buen juicio o discernimiento para resolver problemas, sean éstos cotidianos o inesperados. Hay, empero, más acepciones: Eduardo Lolumo dijo el lunes pasado que había sido un día canicular y que el siguiente también iba a hacer calor, esta vez con talento. O sea, no sólo expresa una facultad humana la palabra de la que estamos hablando: también el clima puede tener talento. Y en Ejea la usan más. Para entenderlo, mejor pongo un ejemplo: hay dos personas, una de ellas de Ejea, viéndome correr el Maratón de Madrid. La que no es de Ejea, dice: “¿Tú cómo ves que va Roberto? ¿rápido?” Y el de Ejea, seguro, contesta: “¡Ta! ¡Lentoooo!" Aún hay que decir, en fin, que, en Aragón, la acepción de talento como imaginaria moneda griega o romana está en desuso. Pero, si nos enteráramos de que alguien tiene un millón de arrobas de esas monedas, diríamos que tiene talento quien sabe administrar tanto talento.

Bien, como decía, Ángel iba arrellanado en su tractor mientras me increpaba de la manera que os he relatado. No quise subirme, yo pretendía seguir corriendo, así que le di las gracias y le ceñé con las manos para que se fuera... a la vez que vi lo que me pareció un barral, y yo tenía sed. Como ya se había marchado, para no pensar en mi hidratación, preferí pensar en que esa palabra es probable que no la conozcan muchos jóvenes. Así que trato ahora de definirla, con un toque que se asemeja al modo usado por José Luis Coll en sus diccionarios: barral, según la mayoría que sabe qué es, es una garrafa. Y es cierto, lo que pasa es que considero necesario puntualizar que no de plástico. El barral con el que mi madre me mandaba a comprar vino a la Señá Petra, la Viola, era de cristal, o vidrio, y estaba envuelto por una malla de plástico de muchos colorines, con el fin de poder transportarlo. Así pues, podríamos decir que un barral es un recipiente de vidrio o cristal rodeado de cualquier suerte de artilugio que sirva para su transporte y almacenaje, generalmente situado en el mostrador de un bar, que puede usarse para mezclar líquidos y tierra.

Así quedó escrito en mi esmo. Ya estaba cerca de Tauste, de casa, del agua... Y crucé lo que cruza el Camino las Viñas, aún en construcción: la nueva variante. Me fijé en que la labor que lleva a cabo una de las máquinas es, ni más ni menos, la de enronar. Y se me ocurrió, ya puestos, tratar de definir esa palabra, pensando en escribirla aquí, por si hay lectores que no la conozcan: cubrir de escombros, bien sea con Bacardí, Negus o cualquier otra marca.

Y al poco llegué a casa. Menos mal. Igual tengo que acudir con Miguel al mismo psicoanalista.