DIGNIDAD

lunes, 27 de abril de 2009

23 DE ABRIL

Es fecha importante la del 23 de abril en Aragón, pues es el día del patrón, San Chorche, como lo llaman muchos de por aquí. Pero en Tauste está en medio de las fiestas, que van del 20 al 25. Este año, por imponderables que no vienen al caso, me fui ese día precisamente. No obstante, pasé muy bien el día La Vispra, el de La Virgen y el día de La Virgen Pequeña, es decir, el 20, el 21 y el 22. No me penó irme, pues habían sido unos días en los que estuve muy a gustico, muy bien, disfrutando y hablando muy tranquilico con unos y otros –tuve noticia de la existencia del blog Reina Rana y me ha gustado mucho-; viendo dos veces El Dance –pues, aunque no pude acudir a la Prueba del día 20, después de muchos años de no faltar, los juveniles lo hicieron entero por la tarde... menos La Platica, claro-; mostrando el Rosario de Cristal a mi partenaire, que, oye, el Rosario de Cristal de mi pueblo es algo digno de ver. Lo de oírlo ya es otra cosa, que yo preferiría verlo sin que se radiara por Radio Tejáu, que acaba molestando, pues cuesta hablar con quien tienes al lado, y por otras cosas que no voy a detallar ahora. Luego, tras el Rosario, en la Despedida de los Danzantes, también lo pasé muy bien: el Bolero Antiguo me lo sé –no se me pida que lo cante de no ser época idónea para lluvias-, pero nunca lo había visto bailar... y me encantó, me resultó emocionante y emotivo. Y elegante. Saludé a Carmen Ansó, que me deseó que pasara unas fiestas felices y también me agradó mucho eso. Total, que han sido unas fiestas maravillosas, como diría quien yo me sé. A mis vecinos, los de El Ayuno, no he podido visitarlos porque, cuando se iban a poner manos a la obra a darle a tope, me iba yo (y encima, el próximo año, si vuelvo a correr el Maratón de Madrid, volveré a tener que irme el mismo día, el 23, pero, bueno, ya lo conseguiré en cualquier otra ocasión). En fin, al estar la casa de José, el Esclavo Mayor, a 20 metros de la mía, he oído con frecuencia las dulzainas y la charanga, de manera que, merced al sonido festivo, estaba todo el día inmerso en el ambientillo, en el jolgorio; hay muchas ocasiones en las que, viviendo en un lugar tan tranquilo, no me entero de nada.
Bueno, que me voy del asunto por el entusiasmo de haber pasado unas fiestas tan deliciosas y aprovechadicas.

En Tauste, a la plaza en la que está el Ayuntamiento, ahora que tiene el nombre –el apellido, mejor dicho- de España, seguimos llamándola La Plaza, lo mismo que antes, que tenía otro apellido. La calle que va desde la esquina Berroy hasta aquélla, se llama, como no puede ser más lógico, Calle La Plaza. Otra calle, en la que estuvo en tiempos la Cámara Agraria, se llama, puesto que está en pendiente, Cuesta La Cámara. Como desde pequeño, por ser mi padre cartero y carbonero, conocía el callejero taustano, me llamó la atención eso de que tuvieran muchas calles nombres oficiales y nombres, digamos, populares o comunes. Y que muchos desconocieran los oficiales. Y recuerdo que siempre me daba rabia. En muchas ocasiones lo he hablado con mis próximos: no me gusta que las calles tengan nombres de gente. Porque siempre van a gustar y a disgustar. En cambio, el nombre de cosas o situaciones –por demás, sensatos y lógicos- siempre me ha apetecido. En muchos pueblos existe la Calle Mayor, la Plaza de la Iglesia, etc. Incluso me viene al esmo una anécdota: estábamos estudiando COU en Ejea y un lunes, un amigo de allí, Pepe Barrena (tiene nombre de teveo –o TBO, como prefiramos-, ahora que caigo), nos dijo a Toño Morata y a mí que había estado el domingo en nuestro pueblo y se había echado una cerveza en el bar Las Vegas. Toño no sabía cuál era. Yo, probablemente por el “vicio” adquirido ayudando a mi padre en sus tareas profesionales, sí que me había fijado en que el que todos llamábamos La Topera por regentarlo un señor cuyo apodo es El Topo, tenía ese nombre en un luminoso sobre la entrada, nombre oficial y, como se ve, poco conocido. En fin, creo que el personal tiende a nominar de manera lógica, como he dicho antes.

Foto en la que aparece mi tío Antonio "Carabinero" tomada seguramente muy poco después de la inauguración de la Escuela (de las recopiladas por Luis López Castillo)

Pues bien, la Escuela –así la nombrábamos, así o Escuelas Nuevas o Nacionales-, cuando yo asistí a ella, se llamaba Allué Salvador, que es el nombre que se le dio por ser los apellidos de un prócer que, al parecer, hizo mucho por que se construyera. Después se llamó Alfonso I por otro prócer, el que conquistó, para los cristianos, todos estos lares. Las escuelas se inauguraron, mira por dónde, el 23 de abril de 1932 (aunque se ocuparan el día 5, la inauguración oficial se produjo el 23). Ese día, en el que según cuentan, murieron en 1616 Shakespeare y Cervantes, se ha institucionalizado que sea El día del Libro (por eso, precisamente, porque murieron esos dos genios). Hablando, vuelvo a lo mismo, estas fiestas –dan las fiestas para mucho, como puede verse- acerca de estos asuntos, resulta que ha habido alguna vez la intención de poner ese nombre a las escuelas, pero no ha podido ser, vaya usted a saber por qué. Me quedé asombrado, tanto por la noticia de que a alguien se le hubiera ocurrido lo que para mí hubiera sido un acierto pleno, como de que no haya llegado a llevarse a cabo.

Ahora lo suelto aquí, a ver si hay quien está de acuerdo y podemos proponerlo en algún sitio: que las escuelas se llamen Escuelas (o Grupo Escolar o como sea) 23 de abril. Para un centro de enseñanza, no veo mejor nombre que ése, en el que se junta la fecha en la que se rinde homenaje al libro con el concepto de enseñar y aprender.