DIGNIDAD

lunes, 26 de diciembre de 2011

¡CÓMO YE ISTE CHAIME!




Anteanoche, en el trasiego de entre los establecimientos que hollábamos para ir llevando a cabo el vermú previo a la cena de Nochebuena, me encontré con Jaime Carbonel. Me dijo que hubo intentado entrar a comentar algo en uno de los lugares de este blog y, por lo que fuera, no pudo. De modo que se dijo, a la par que desistía de volver a intentar el cuelgue, “a casca-la”. No recordaba él cuál era en concreto y yo, cuando me habló de a qué se refería su inédito escrito, recordé algo, aunque no el asunto exacto. Pero no era lo importante en ese momento.

Me explicó que se le ocurrió comentar porque había visto y oído en algún medio de los de televisión que aludían a Felipe de Borbón como Príncipe de Girona. Como es como es este hombre, me dijo que a él no le parecía mal que dijeran Girona si lo decían en catalán. Pero que, si hablaban en castellano, lo propio hubiera sido que no hubieran mezclado, que hubieran dicho Príncipe de Gerona. Yo estaba de acuerdo, y añadí que si lo propio en castellano era como decía, en catalán debiera ser Príncep de Girona. Y aún dije más: en aragonés, puesto que ese título le viene de la Corona de Aragón, debieran haber dicho al mencionarlo “O prenzipe de Chirona”… Entonces, al pronunciarlo, frené, abrí los ojos bastante y le dije que no, que había un error, que el de chirona es su cuñado, según parece. Y decidimos que esta interesante conversación, propia de las vísperas del solsticio de invierno, había que colgarla en éste o en el blog que fuere.

Nos volvimos a encontrar, esta vez en otro establecimiento, no entre medias, y en esta ocasión hablamos, aunque muy por encima, acerca del ordinal que ostentó Ramón Berenguer, Conde de Barcelona, padre de Alfonso II el Casto (primer rey de la Corona de Aragón): IV. Aún dijimos algo así como que ya valía de arrogarse cosas algunos, o sea, dijimos que “algunos están tol día cascando-la”. Nos volvimos a echar a reír porque no es término que usemos habitualmente y, sin embargo, aquella noche salió, en dos versiones, en ambas conversaciones.

Bueno, ya acabo, que el Ebro baja mejoradico: el sábado espero ver cómo acaba en el Mediterráneo y bañarme en la playa de la Savinosa, ese día y el siguiente.

martes, 20 de diciembre de 2011

MI PRIMER CONSEJO AL PRESI COMO TAL



El pasado viernes estuve de cháchara con Mateo. Habló de que lo moderno parece ser mencionar a los próceres por su segundo apellido (por ejemplo, Zapatero, en lugar de Rodríguez o de Rodríguez Zapatero), así que lo que procedería, para seguir estando a la moda, sería decir Brey a Rajoy. Y he decidido que voy a seguir la moda, al estilo de Mateo. Así pues, el anunciado consejo se lo daré a ese señor, al Sr. Brey, que es quien va a presidir el gobierno de aquí, de España.

Es respecto a cómo manejar la Sanidad, para conseguir paliar, de paso, la crisis económica. Aunque es bien sencillo, lo marcaré en condiciones: RE-PA-GO. Un repago de diez euros por cada consulta al médico de cabecera, que se hará efectivo al solicitar la cita previa con el mismo. Para evitar menoscabo en las arcas del Estado, el justificante del desembolso será la propia cita, así ni papel se gastará. Ese dispendio no tendrá descuento ni devengará desgravación alguna.

Por el momento, explicaré breve y superficialmente las ventajas que esta medida acarreará. En un principio, para ser didáctico lo haré paso a paso y en un orden lógico, hemos de pensar en los consumidores que con más frecuencia hacen uso de este servicio público, los jubilados. Tienen por lo general, como colectivo, mayor quebranto en su salud, pues son quienes más uso han dado a su cuerpo, como es de ley suponer. A la vez, es el grupo poblacional menos productivo, bien entendido, asimismo, que también es el que menor poder adquisitivo tiene, dicho en modo general. Pues bien, aunando todo ello, es dado pensar que, toda vez que han de desembolsar diez  euracos cada vez que acceden al médico, cuando lo hayan hecho unas cuantas, empezarán a pensar que no pueden permitirse tal dispendio, de modo que, aun estando débiles, habrán aprendido que su indefensión no les es dado solucionarla, o sea, que su salud no depende en modo alguno de ellos. Estarán en lo que, según definen los psicólogos y los etólogos, se llama indefensión aprendida. Ello les llevará sin remisión a un estado de inactividad, de indiferencia hacia sí mismos, de descuido, que será la antesala de la depresión. Y ésta, de la muerte. En resumen: muchos, muchísimos jubilados morirán, merced a esto. Y no tardarán mucho. Así pues, hasta los programas del IMSERSO se podrán suprimir, con lo que el gasto sigue bajando, como podemos ver. Y tengamos en cuenta que también el desempleo caerá, pues, por las mismas razones que el colectivo antes aludido, los parados dejarán de ir al médico, enfermarán y morirán consecuentemente en mayor cantidad que, de no pagar, lo hubieran hecho asistiendo a la consulta. En fin, dos colectivos improductivos que desaparecerán, o casi, gracias al Repago.

Como habrá menor afluencia, podrán ahorrarse muchas plazas de personal sanitario. El objetivo, sin duda, como puede verse por la tendencia en la que se verá inmersa la sociedad, es la amortización de todas las plazas de funcionarios de la Sanidad. Claro que esto es a medio plazo, conforme se vayan produciendo los óbitos antes vaticinados.

En ese plazo habrá ido haciéndose preponderante la Sanidad “Para-quien-se-la-pueda-pagar”. Los profesionales que la atiendan no será preciso que se apliquen demasiado, pues no tendrán que estudiar ni examinarse opositando: su acceso será por el procedimiento del nepotismo. De esa manera, al estar el trabajador agradecido a la empresa que le proporciona el trabajo, desarrollará su labor devolviendo deudas. Los profesionales muy preparados se irán, claro es, de España: no se quiere tener aquí a quienes, por su cultura e inteligencia, puedan protestar y reclamar.

Según he entendido por su explícito y claro y honrado discurso de Investidura, Brey tiene pensado hacer cosas de este jaez. Por de pronto, los funcionarios no tendrán sustitutos cuando se vayan jubilando, ni cuando se den de baja. Ni se convocarán plazas de empleo público. De modo que la función pública tiene sus días contados –y tampoco serán tantos esos días pues van a ir reventando los funcionarios-.

No creo que en Noruega, donde tienen más del doble de funcionarios que los que tiene España, y es un país que funciona bastante mejor que éste, tomen nota de estas medidas para aplicarlas. Sí que parece que tienen a gala un algo que escribió algún sabio antiguo: “Pocos pueblos cultos son pobres”. Esto podría dar pábulo para seguir aconsejando a Brey, al nuevo presidente Brey, esta vez respecto a la Educación y esas cosas. Ahora, aquí, no obstante, no va a ser, pues vuelve a ser largo el escrito.

Y en un próximo futuro… ya veré, que ahora el Ebro no baja tan bajo ya.

jueves, 15 de diciembre de 2011

NADA, LA ESTUPIDEZ, QUE ABURRE HASTA EL FONDO



Minerva Oso, hoy, a las tres menos cuarto de la tarde, al dar una noticia a Radio Nacional acerca de un informe de Amnistía Internacional sobre el trato dispensado a los extranjeros, ha dicho, para introducirla –la noticia, digo-, la frase: “… rasgos claramente latinos…” al referirse a las características físicas de un periodista de Radio Tentación, que es ecuatoriano y se llama, según le he entendido –iba conduciendo y he procurado retener y recordar luego el nombre- Bolívar. He buscado en internet y creo que se puede referir a Bolívar Serrano. Y aquí estamos: no voy a entrar a opinar sobre el asunto, sólo lo haré de la terminología usada tan de mala manera, pues no sé qué quiere decir que ese señor tiene rasgos claramente latinos, si no parece parecido a Paolo Maldini, George Brassens o Joan Manuel Serrat, por poner ejemplos de hombres latinos. Que ni se parecen entre ellos, por cierto. Volvemos a la tontería pamplinosa de la que ya hablé en otra entrada (es bastante abajo): ¿quiere decir que tiene rasgos indígenas? Pues podría decir eso y dejarse de tontos eufemismos.

Me voy cansando de las majaderías ya, oye, que, lo dijo Delibes en El príncipe destronado, "los niños sufren y mucho". Y luego vienen los traumas.

Lo prometido -el consejo a Rajoy- es deuda. La saldaré dentro de unos pocos días, que ni ahora puedo –igual se alarga demasiado la cosa- ni pega mucho con lo que va escrito.

martes, 13 de diciembre de 2011

¡Y PASA LA VIDA!




Desde el curso pasado está enseñándome árabe, en la Universidad de Zaragoza, Sharif. O Charif, que es su nombre complicado para transcribirlo -o transliterarlo- en nuestra lengua por el asunto del sonido consonántico primero, mira qué casualidad. El otro día, el 29 de noviembre creo que fue, me enteré de que habían tirado un “cuete” a Israel desde el sur de Líbano –es el país de Sharif-. El siguiente día, sabiendo que pretendía pasar algunos con su familia de allá, le dije que si estaba seguro de que era seguro viajar con esas condiciones. Me explicó que no creía que hubiera problemas, pues Israel, que está por el gobierno Sirio, tendría complicado explicar sus posturas con uno y otro país ante el mundo. Yo, como ni entiendo ese meollo ni me parece que a Israel le importen mucho las apariencias o la diplomacia, le dije, preocupado, que, en todo caso, como he oído muchas veces en Málaga decir, “gastara” cuidado. Esta mañana, antes de empezar la clase, me ha dicho que, al final, no se fue. Y, la verdad, tampoco he oído que haya habido más líos allí. Pero me he alegrado: mejor prevenir, sobre todo en según qué cosas y casos y, también, según con quién.

Nosotros, por otra parte, íbamos a irnos a Málaga a pasar estos días de, más que puente, acueducto: queríamos ver a los Cervantes, a Manuel –el Bob, que está chunguillo-, etc. Sin embargo, tuvimos que cambiar los planes e irnos a Madrid. Lo hemos pasado bien, de todas formas. No pudimos ir al Prado para ver la exposición del Hermitage porque no pudimos solicitar entrar con la antelación suficiente, pero ya lo haremos: dura hasta el 25 de marzo. Disfrutamos de Madrid, como siempre. Y esta vez, por fin, estuvimos con Inma y Juan, y muy a gusto. Y con Ana, con la que departí como colega que es y, en medio de la conversación, recordé que hace unos pocos años, creo que tras correr el que fue mi primer Maratón de Madrid, nos acostamos en sendas camas distribuidas en ele, con las almohadas pegadas y a las seis y pico de la madrugada aún no se había callado –Luis, su hermano, intuyo que bajó de la litera de encima de mí demasiadas veces, seguramente no pudo dormir tan bien como debía ser habitual: lo debimos despertar con nuestros murmullos… pero no protestó ni una vez, qué majo-. Y qué bonito fue aquello: una cría que me acababa de conocer y me dio palique durante toda la noche.

A la vuelta, y casi del tirón, nos piramos a Sádaba, que había cosas que hacer en casa. Y allí pudimos saber cosas del Urdangarín, del merdellón del hijo de la duquesa de Alba –alba, no sé qué hay blanco, en el sentido de claro, en toda esa cuadrilla, en la nobleza en general digo-. Y hemos podido saber, también, los líos que rigen el mundo: por ejemplo, economistas de mucho prestigio y seso, dan opiniones muy argumentadas –entiéndaseme, con esos crípticos discursos que usan, obtengo al oírlos la conclusión de que algo habrán argumentado, porque sus contertulios afirman, cabecean, etc, en fin, que dan a entender que les entienden, pero enterarme, no me entero de mucho-. Y las dan para explicar posturas, en muchos casos, absolutamente contrarias. Ya lo dije no ha mucho tiempo por aquí: no me es dado confiar en que el mundo va a furular en condiciones si, probablemente con honradez, quienes han de hacer que furule no se ponen de acuerdo en cuál es la mejor manera para todos –no me refiero para unos cuantos, que eso es fácil de llevar a cabo si se manda-. No digo que haya verdades absolutas, pero que sean tan distantes las que se van proclamando me escama sobremanera: véase, por ejemplo, los modos opuestos respecto a las emisiones de porquería –a la atmósfera en general- que tienen los de China y Estados Unidos y los demás.

Pues bien, como el Ebro baja bajo, ya dije el otro día que había que pensar algo. Y lo he hecho. Y se me han ocurrido unos consejos que les voy a dar a la cuadrilla, ahora que les va a tocar empezar una andadura nueva, que va a gobernar aquí unos cuantos años.

Empezaré con la cosa de la Sanidad… sin embargo, tendré que hacerlo dentro de unos días: tengo ahora otras cosas que hacer y, además, ya he escrito mucho y va a resultar tedioso o pesado. No tardaré, empero, en explicar cuál es la mejor manera de ahuyentar a la crisis a partir de un funcionamiento óptimo de la Sanidad, porque Mariano será presidente, creo, el 21, y he de informarle antes para que lo haga bien. Así que haya calma: antes de entonces ya estará publicada la próxima entrega -y puede que definitiva-.

martes, 29 de noviembre de 2011

YA PASÓ LA FECHA, PERO HABRÁ MÁS, SEGURAMENTE



El martes pasado, el día 22, estuve en Ejea con Mariano Gil, Mariano’l de Tako. Hacía mucho que no estábamos juntos. Mucho. Y nos dedicamos, a pesar del escaso tiempo del que dispusimos, a hablar de nuestras cosas, de libros, de música y poesía… y de otros variopintos temas. En todo caso, de los que nos apeteció tocar, no los que otros pretenden inculcarnos, como dice Chomsky.

No hablamos, por ejemplo, de que Rato, aquel que desvencijó el Fondo Monetario Internacional, ha estado dando lecciones de cómo hay que hacer para apretarse bien el cinturón y los especuladores sigan especulando: bien lo expresó Ángel Berges, a quien alcancé a oír en la radio hace un par de semanas, cuando vino a decir que puesto que quien tiene que llevar las riendas no lo hace, los mercados –los especuladores, vuelvo a repetir- se ceban. Mi estimado Ángel, a quien empecé a admirar ya cuando repartía gaseosas y yo aún no tenía el carnet de conducir. Tampoco hablamos de que el PSOE lo lleva claro: parece que se va a “renovar”, aquí en Aragón, con alguien que va postulándose y, llevando en el meollo metido unos 30 años, menuda renovación “acarreará”… pero mejor ni mencionarlo, que da algo de yuyu. Y respecto a IU tampoco, aun preguntándome cómo planteó en su programa electoral, de la mano que iba con CHA, la cosa del recrecimiento de Yesa hasta la cota media. De nada de esto hablamos. Porque es mejor no hacerlo.

Sí que hablo ahora, porque quiero reivindicarlo, de Durruti, pues me había quedado yo en denostarlo por pendenciero y, quizá, sanguinario, sin esforzarme en indagar más, a lo mejor como consecuencia de que Mateo, que era mi referencia al respecto, así me lo hizo concebir. Sin embargo, el pasado miércoles, el día 23, vino a darnos una charla José Luis Melero, que resultó encantadora y en la que pude averiguar que un cura aragonés, Mosén Jesús Arnal, escribió un libro que se publicó en 1972, que tituló: “Por qué fui secretario de Durruti”. Merced a las explicaciones que nos dio el autor citado y a muchas otras lecturas a las que he accedido, concluyo rectificando: a Buenaventura Durruti, y a Tolstoi, hay que celebrarlos cada año, el 20 de noviembre, como personas buenas con un ideario de dignidad, convincente. Convincente por justo, por ejemplo. Insisto, no pienso volver a dejar al margen a Durruti. Y añado a Voltaire, que unos dicen que nació el 20 y otros el 21: me lo quedo, junto con los otros, para el 20. Y, ya puestos, a Ghandi, que tanto admiraba a Tolstoi, también lo incluiré y conmemoraré ese día. Se lo voy a proponer a Mateo.

Bajo baja el Ebro ahora. Habrá que pensar algo.

sábado, 5 de noviembre de 2011

LA FECHA, QUE ESTÁ AHÍ LA FECHA


Hablaba con Javi, Chirriclán, de que hoy empieza la campaña electoral. Se abre el periodo que culminará ahí abajo, el 20, un año después de que escribiera eso yo.
Cuando he salido de la carnicería, he mirado hacia donde estaba la casa en la que empecé a vivir y he recordado que allí mismo vi a mi abuelo discutir con un vecino acerca de no sé qué cosa. Y que pensé entonces que, si aquellos dos adultos, tan sesudos ellos, tan admirados ambos por mí, esgrimían argumentos bien pensados y sopesados y, sin embargo, no se ponían de acuerdo, no me era dado creer que fueran capaces de ordenar las vidas de las casas que administraban o regentaban. Me hizo mella aquella constatación de algo que sé, y he corroborado con los años vividos y experimentados: la razón, suponiendo la buena voluntad del personal, no es propiedad de nadie, en el sentido absoluto.
Empecé, ya entonces –contaba menos de 10 años, lo sé pues es la edad que tenía cuando nos mudamos de aquella casa de la calle Teruel, en San Antón-, a decirme que no fiaba en quienes gobernaban, si cada uno tenía una idea y no coincidía con la del de demás… suponiéndoles buena intención a todos, claro, lo cual es mucho suponer.
Parece, pues, que iba tomando en mi interior forma y consistencia y arraigo mi ideario político, es decir, mi forma de entender lo que Platón y Aristóteles –y supongo que Sócrates, aunque no estoy seguro- dieron en definir como el arte de organizar la vida en común, la vida en la polis. O sea, la manera de organizar la convivencia.
Sigo pensando que no confío en que, quienes gobiernan, sean tan agudos como para hacerlo bien –vuelvo a hacer la salvedad de que he de partir de la premisa de creer en sus buenas intenciones, pues, si no, habría de apagar e irme y permanecer en silencio, respecto al asunto del que hablo, para siempre-. No me es dado creer en la perfección del hombre, por tanto, ¿cómo creer que permanecerán gobernando con tino sin cesar durante el tiempo que le otorguen esa prebenda de gobernar los votantes, los sistemas o las fuerzas del jaez que sean?
El “horror”, como ha calificado alguien esta mañana a la campaña electoral, se ha puesto en marcha. Van a ser días de mucho derroche, tanto crematístico como emocional. De ilusiones y desilusiones, lícitas, honradas. Días en los que a la mayor parte de los siete mil millones que somos les dará igual todo lo que hagamos aquí. Seguirá saliendo el sol y seguirán sin comer muchos, muriendo por ello. Habrá quien haga mítines, como suele, en cualquier sitio –sea o no oportuno por el momento y el lugar- y a gritos. Habrá quien quede acogotado y acepte llamar “copago” a lo que, creyendo que ha de ser así su nombre, porque ése fue el que decidieron ponerle de la manera más cínica que se haya podido pensar y decidir, con el envidiable criterio y acierto que le caracteriza, Ignacio Escolar definió como “repago”.
Y a mi tía Abilia, que tiene sus buenos 84 tacos, y a otras muchas personas, a casi todas en similares trances, les seguirán tratando en hospitales y residencias de tú y como si fueran imbéciles o, cuando menos, bobos o, en cualquier caso, seres inferiores, esas personicas que no sé dónde han aprendido tales irrespetuosos comportamientos. Y a los que se les dé carta blanca para que practiquen sus maneras de organizar el cotarro, probablemente sigan diciendo que invertir en sanidad o educación –ramas que, en lo que cuento en este parrafico, se ven afectadas muy íntimamente- se llama “gasto” y, en carreteras, “inversión”. Esto de las palabras tiene importancia, creo yo, y Escolar las usa de modo impecable.
Bueno, he de aligerarme, que el día primero de todo esto, el oficial –que, en verdad, llevan dando la murga mucho tiempo- toca a su fin.
Como vengo insinuando, no concibo el arte de organizar la convivencia de la manera que, hoy, queda simbolizado, así que mi celebración del próximo "San Félix de Valois" será con Mateo, a su modo, y conmemorando lo que el pasado año; recordando a Tolstoi y Voltaire y, ya puestos, a Ghandi… y celebrando, también, que NO FUMAMOS NADA mi señora y yo. Que no es poco, ea.

jueves, 6 de octubre de 2011

LAS VACACIONES (¡POR FIN!)


Me priva el ajedrezado jaqués

Aún ando por el Mediterráneo –hoy me he bañado en la playa la Savinosa, que me ha encantado por cierto-, entre Tarragona y Barcelona estos últimos días. Pero, antes de entrar a contar conversaciones y viajes y escurrimientos, me referiré a un algo que leí de Pérez-Reverte y que me extrañó no poco. No me sorprendió su tono, que me pareció desmesurado e histérico, vehemente y grosero, incluso desacertado por ampuloso y soez. No, ya he observado en alguna ocasión esa traza en sus escritos, traza que me hace pensar que, quizá, tenga, guarde o acopie tanta amargura que no le quepa y se le desborde. La sorpresa me viene dada por el aspecto de ser académico de la lengua quien comete deslices de bulto en lo que le concierne como tal. Escribió una frase que dice: “… sicarios a sueldo o por la cara”. Me llamó la atención, pues entendía yo que sicario significa asesino asalariado, cosa que comprobé merced al diccionario de la Real Academia de la Lengua. Por tanto, aun pareciéndome excesivo el término y aunque se pueda justificar como metáfora y licencia de escritor, es, sin duda, una redundancia decir “asesinos asalariados a sueldo”. Y un error, por tanto, que unos asesinos asalariados lo hagan gratis, por cuanto asesinos asalariados son las dos partes inherentes de “sicarios”, sin que pueda soslayarse ninguna de las dos, so pena de referirnos a otra cosa. Aún hay más abajo, en el mismo escrito, otra equivocación, según yo lo entiendo: dice algo acerca de lo que vale un café, refiriéndose a su precio. Y creo que Cervantes dijo algo así como que es cosa de necios confundir valor con precio. Es decir, si es al precio de una cosa a lo que nos referimos, habremos de decir que cuesta, no que vale. No sigo más. Parece que “Patente de corso”, como título de su columna, viene que ni pintado a sus modos, aunque ignoro quién le ha conferido semejante autoridad.

Y ahora voy a lo que me apetece, que es lo que me interesa y que es a hablar acerca de mis recientes viajes, que han sido disfrutes en sí y todas y cada una de las etapas. Habré de hacerlo de manera rauda o somera o resumida: ha sido mucho.

El finde que empezó el 9 de septiembre nos fuimos, desde Tauste, a pasarlo por donde nace el Ebro. Descubrí cosas y sitios que tengo al lado y que desconocía. Y a los que volveré. A La Lora, por ejemplo, le tengo cierto apego desde que, en el Sancho Abarca, estudiaba la Geografía de primero y aprendía aquello que empezaba: “Burgos tiene al norte la comarca de la Lora, tierra de páramos y de pastos, su centro es Sedano. Tiene yacimientos hulleros…” La cuadrillica -11 adultos y cuatro menores, geniales todos- ayudó, y mucho, a que el fin de semana fuera inolvidable, denso, simpático, agradable y pleno. En fin, insisto, volveremos.

El siguiente iniciamos el itinerario vacacional. Lo hicimos con calma, parándonos a ver Medinaceli, que merece la pena, dicho sea de paso, y pernoctando en Madrid: el sábado, día 17, teníamos la cita para visitar la exposición de Antonio López en el Thyssen. No hubo desperdicio. Obtuve tantas experiencias y sensaciones y enseñanzas, que di por intensamente aprovechadas las vacaciones, sólo con eso.

Y el domingo, a Málaga. A Capuchinos. Estuvimos allí, aprovechando el tiempo, disfrutando de primos y tíos y amigos –nos faltó gente por ver, aunque vimos mucha-; visitamos la finca de La Concepción, que Pepa no conocía; y el C.A.C., como siempre, donde nos sorprendió un tal Guillermo Pérez Villalta, uno de cuyos trabajos, “Artista creando una obra”, vimos días después en “La piel que habito”; nos encontramos con Pepi Pedraza, algo inesperado y muy agradable, y con el Bob –Manué-; pateamos mucha Málaga y, en fin, me “enmalagueñé” y me “mediterraneé” todo lo que pude. Fue entrañable todo, e intenso y tranquilo y agradable, incluidas, claro está, las coquinas y demás delicias que degustamos.

El 24, treinta y tantos años después, nos encaminamos a donde estaba esperándonos mi amigo Luis, Luis Manuel Garrido Gámez, a San José, en Almería. Fue muy emotivo, muy emocionante. Y mejor, para mí al menos, de lo que hubiera esperado, y eso que hube soñado, durante muchos días antes del reencuentro, buenos augurios. Reencontrármelo, hablar… saber cosas que ahí estaban y nunca habíamos conocido, porque no nos las habíamos dicho, fue sublime. Luis, como vas a leerlo, antes de que te hable –y felicite- por teléfono, que sepas que volver a verte ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en mucho tiempo.

Después de esa experiencia de sólo un día –que se repetirá e incrementará en breve-, nos volvimos a Málaga, esta vez a la Axarquía: teníamos que vernos con el Cervantes –mi amigo Miguel, el de la caravana- y Marijose y Mario. Por fin, dormimos en la caravana.

Mateo esta vez no es protagonista interlocutor de mis conversaciones cavilacionísticas. Esta vez, Mateo, te vas a enterar de mis cavilaciones habladas con alguien, que no eres tú, leyéndolas aquí. Mira por dónde. Con Miguel las conversaciones no tienen desperdicio. Una de ellas, de las buenas, fue cuando le dije, con Benamargosa al fondo y sendas cervecicas en primer plano, que habíamos estado en Madrid y que había pensado yo que, a pesar de que dicen algunos que tienen mucha suerte sus habitantes, no es cierto. La mayoría no tiene la cantidad de tiempo ni de dinero que se precisa para aprovechar las ofertas culturales de toda índole o jaez que tanto abundan allí. No perciben, por vivir allí, salarios superiores a los que perciben sus colegas en otros lugares, como sucede, por ejemplo, en Navarra, en según qué puestos de trabajo. Y, en cambio, han de soportar que se manifiesten todos los españoles para cualquier cosa, sean perroflautas, papaflautas, sinflautas… ovejas y perros, incluso. Han de soportar, sin contraprestaciones. En estos últimos tiempos, las manifestaciones más sonoras son las de los docentes de la enseñanza pública. También hablamos de eso.

Aún le dije que me gustan mucho a mí ciertos mercados, por orden alfabético: Atarazanas, de Málaga; Born, de Barcelona –que, por cierto, les está quedando “demasié”-, Central, de Zaragoza, y San Miguel, de Madrid… y me está reventando que usen esa palabra para denominar cosas que molestan a casi todo el mundo. Hay cuatro que están aprovechándose de esta tesitura económica, porque crisis hay, por lo visto, hasta en China, que dicen que es la economía que mejor furula. Y los “señores mercados”, que no son los que he mencionado ahí arriba, se dedican a poner, o a imponer, normas que restringen las posibilidades de bienestar social de manera insoportable. Se están enriqueciendo unos pocos a costa del resto. Es una indecencia que mueran de hambre tantos, habiendo comida para todos, porque está todo esto gestionado “a la tía cipote”, como decía mi buen amigo José Antonio Frías Ruiz. Gestionado para acopiar lujos quienes gestionan… los mercados.

No es que cambiáramos de conversación, seguíamos yendo y viniendo y lo que digo aquí sólo es muestra, que fue más larga y profunda la cosa.

Cuando hablábamos de la Salud y de la Enseñanza, yo dije que el Estado habría de desconcertarse, es decir, que sólo existieran, de cada, una privada y una pública, sin conciertos o medias tintas. Y, siguiendo con el planteamiento, concluimos ambos que no es preciso andarse con explicaciones farragosas para convencer al personal de las excelencias de un concepto –público-: puesto que el fin de la salud y de la educación privadas es la obtención de beneficio material o suntuario, como empresas que son, y el de la salud pública es la salud y el de la educación pública es la educación, lógico es concluir que son mejores, siempre, y por definición, las públicas. Y si, por cierto, se las cargan como pretenden los neocon, los que han provocado la crisis, el señor mercado equis acabaría por encontrarse con un tráiler de su propiedad cargado de oro en un lugar, tipo desierto de Gobi, y no tendría a quién pagar para que le curara, le educara o le alimentara.

Y, en fin, aún nos quedan vacaciones. A Sádaba nos iremos a rematarlas.

martes, 13 de septiembre de 2011

MUCHAS GRACIAS A EL PATIAZ PUNTO ES


Hace tiempo que no escribo.
Un día, en la parte calurosa de este verano, vi que las gentes de El Patiaz me habían mencionado en la página 10 de su boletín no periódico. Desde ese momento, como ya dije a Jaime, decidí que debía mostrarles agradecimiento por ello. Debía y quería. Supongo que la calor y, a lo mejor, otros sofocos, me han ido echando para atrás respecto a lo de sentarme ante el ordenador para expresar, cuando menos, este agradecimiento. Pero ya no lo dejo más, así que, cuando van a empezar las fiestas de septiembre, vuelvo a decir al personal de El Patiaz que agradezco que me hayáis metido ahí, en una de las páginas de vuestro boletín, mediante un escrito que Maribel Rayado –buena amiga, también hay que decirlo- ha redactado de la manera ágil con la que acostumbra deleitar cuando lo hace, hable de lo que hable.
Y, ya puestos, en esta entrada –o post, como llaman los más “in”- remato agradeciendo a mucha gente que me habéis animado por otro asunto, pues que habéis sido de mucha ayuda y apoyo. Me va a ser imposible no olvidar a alguien, así que, por favor, nadie se me ofenda si no consigo nombrarlo aquí. Marisa García, quien fue la primera en decírmelo, en la estación de Gallur, se lleva el honor de encabezar la lista. Pero también he de nombrar a Miguel S., Miguel C., Miguel P., Julio, Ascen, Pilar F., Pilar R., Eva, Luis G., Luis L. , Ángela, Paco C., Antonio, Concha, Salva, Santiago, Mª Luisa, Luisa M., Carlos, Jaume, Alberto, Fidel, Pepa, Paco G., Pepote, Santos, Mary, Elena, Javier, Estrella, Tere, Txema, Paqui, Rodolfo, Maribel, Roger, Dani, Carmen, Cristina C., Cristina A., Cristina M, Loli, Ana… en fin, acabo, que creo que no me dejo a nadie que me lo haya dicho explícitamente, aunque no estoy seguro.

martes, 28 de junio de 2011

ÁCIDO ACÉTICO


A Mateo le gusta la Química tanto como a mí, por lo menos. Y a mí, desde que tuve acceso a saber algo de ella, sobre todo de la Orgánica, me entusiasma. Ambos sabemos qué es el ácido acético.
Anoche apareció por casa muy decidido. A pesar de la calor que hacía, él vino como un boque o un mardano: energético, acometiendo… con gesto decidido, casi diría que adusto. Hemos pasado toda la noche en vela.
He obtenido algunas conclusiones. Es lo que pasa con él: que está en todo. Quisiera dar con el modo de plasmarlas de manera resumida pero inteligible y aun comprensible. A ver.
Me ha hecho ver que desde que se produjeron ciertos acontecimientos, ahora hace nueve meses, se puso en guardia, pues sabía que tenían calado suficiente como para que su procesamiento pudiera entrañar ciertas dificultades para mí. Aquellos sucesos, origen de esta curiosa gestación, sólo fueron los primeros de este periodo, pero no los únicos: han sobrevenido muchos más y Mateo, como suele, ha permanecido pendiente, atento a todo y, de vez en cuando, mandándome algún que otro mensaje, porque percibía que no todo iba bien. Lo que pasa es que no siempre he sabido interpretarlos. Me ha dicho que comprende mis indignaciones, pero también que ha habido ocasiones en las que no he sabido manejarme dentro de la ponderación o de la sensatez. Ha habido, sobre todo en los últimos tiempos, situaciones en las que me he dejado llevar por una prisa absurda, inexistente en realidad, que me ha provocado demasiado vinagre, exceso de calentamiento y vehemencia y escasez de serenidad y discernimiento. Incluso de cordura. Al menos, a veces.
Agradezco a Mateo, y a algunos otros –que, seguro, os dais por aludidos sin serlo expresamente-, la llamada. Incluso, no me duelen prendas, pido disculpas a quienes se hayan sentido ofendidos –igualmente, incluidos quedan y lo saben quienes lo hayan sido-, aunque sin haberlo pretendido yo. Por ello, he aquí mi rectificación. Y la apostilla: sólo he cambiado parte, sólo he quitado la entrada que da pie a ésta por respeto a mi señora, que no se sentía bien con aquélla. Pero de lo que dije no quito nada (y dicho está), pues todo es cierto y, de hecho, Negro Picón, que dijo querer hablar conmigo, no lo ha hecho -me refiero a que ni ha hablado ni ha sido capaz de desmentir cosa alguna de las dichas: no se puede negar la verdad-.
Y, a eso de las seis y media, se ha ido -Mateo-. Aún ha hecho una especie de postdata cuando salía: me ha dicho que, respecto al asunto de la corbata, ya era algo que él tenía pensado, que no me crea muy original yo por ello. ¡Mateo: genio y figura!

domingo, 29 de mayo de 2011

ENCANTADORES, SENCILLOS Y CORDIALES LO SON


No tenía yo conocimiento del humor y la gracia de los alemanes. Y, la verdad, desde que sigo con cierta asiduidad a su jefa, me pasma el gracejo, las caídas de esta señora. Supongo que en algo se parecerá a sus compatriotas. Y viceversa.

Sí que había oído hablar de lo rigurosos que son a la hora de usar el método científico para sus cosas, para sus averiguaciones y aseveraciones. Además, lo voy comprobando, por ejemplo, con sus comunicaciones de certezas respecto a todo lo que atañe a la crisis. Bueno, y al euro, ya puestos.

Pues bien, el otro día, nada más saber –ellos, que yo me enteré a la vez- que se habían muerto algunos alemanes tras ingerir unos pepinos, les faltó tiempo para deducir, usando de manera admirable el método científico, como ya digo (observación del fenómeno, elaboración de una hipótesis, comprobación de la misma y elaboración de la tesis), que la causa estaba en España. Parece ser que el germen causante es una bacteria a la que se dio en llamar Escherichia Coli.

Bueno, pues voy a usar del mismo rigor científico que quien dijo que el problema que causaba la muerte a los germanos estaba, originalmente, en Almería o en Málaga. Y lo voy a hacer porque mis estudios, mi nivel académico me confieren autoridad para ello. He de empezar diciendo que la bacteria aludida adquirió su apellido (Coli) cuando fue descubierta. Es una de las llamadas enterobacterias. El intestino, en griego, es enteron, o sea, se les dio ese nombre de enterobacterias a las que fueron descubiertas en el intestino. A la mayor parte del grueso –del intestino, digo- se le llama también Colon, de ahí lo de Coli. En fin, para no dar la paliza, esta bacteria es una de las que están en el intestino. Está en unas cantidades que permiten que realice su función beneficiosa –que la tiene- y, si sube de ellas, se convierte en patógena, es decir, puede producir problemas. Incluso sirve como medidor de infección, si aparece en sitios donde no debe. Por ejemplo, si, cuando se analiza orina mediante un cultivo, aparece esta bacteria, se sabe que hay infección de orina, y se dice que hay coli fecales, refiriéndose a que hay Escherichia en esa muestra, en la que no debiera estar.

En general, los hábitos sexuales en los que no se hace daño a nadie –ni a uno mismo, se entiende, claro- no son considerados parafilias, o sea, anomalías. El sexo anal es una de las prácticas sexuales que hay quien pretende incluir en ese capítulo. Recuerdo que, en los tiempos de Reagan, se calificó en Estados Unidos como delito y se animó al personal a la delación… en fin, prefiero no seguir ni siquiera comentar. Se puede practicar en solitario o no. Y hay diversas maneras y útiles para ello. Es muy clásica la introducción de objetos diversos, sofisticados o naturales, como pudieran ser zanahorias o pepinos. Es fundamental la higiene, tanto antes como después: el objeto ha de estar limpio y, cuando deje de usarse, ha de limpiarse a conciencia. Máxime si, en el caso de los vegetales, pretende consumirse crudo después de haber sido usado del modo que digo.

He aquí, pues, mi rigor científico para mostrar la certeza de lo ocurrido en Alemania con los pepinos españoles: las escherichias ingeridas pudieran no proceder de Almería ni de Málaga. Puede que fueran Escherichias teutonas.

Y no soy -a la vista está- tan categórico como ellos lo fueron.

jueves, 26 de mayo de 2011

NO FÍO EN LA CORBATA


Es definitivo: no me gustan las corbatas. Fijémonos en una de ellas, en la que ostenta, luce o exhibe el mozo de la foto –al que, prudente y discretamente he quitado la parte que pudiera significar su identificación- y observemos un detalle, que es, por otra parte, habitual: esa prenda que menciono señala siempre un lugar. Y con ostentación, como haciendo alarde de que ahí, donde esa punta de flecha indica, está mi identidad, mi señorío. ¿No es, pues, machista, la corbata? Aunque algunas mujeres la lleven, también señalan su entrepierna, es decir, dan importancia a esa parte de la anatomía como si fuera, más que la primordial, la única. Y ese modo, reconozcámoslo, es un modo machista, el modo de alardear de lo que se posee, máxime cuando se señalan las partes llamadas pudendas. Y, ojo, que yo, como Woody Allen, digo que el segundo órgano más importante para mí es ése –en realidad, ambos nos referimos a la función, más que a la anatomía, es decir, a lo sexual, más que a los cojones y eso- y, en mi caso, el primero no es el cerebro –o lo intelectivo, dicho de modo funcional-.

No se ven muchas en la primera línea de las concentraciones de las plazas de España, ésas que han adquirido diversas denominaciones a lo largo de su escaso tiempo de vida, Democraciarealya creo que fue el primero. Y digo bien: en la primera línea, en la que aparece ante nuestros ojos. Por detrás, ya, no lo sé, no se ven en todo caso, los de atrás. Bien, iba yo a que desde un principio este movimiento quiso hacer ver, quiso dejar claro que no van en contra del sistema y que no propugnaban la abstención. Sin embargo, en algún sitio de los suyos, como apoyo argumental contra lo sucedido y lo declarado el día 22, en cuanto a las elecciones, se arrogan como un triunfo el 33% de la abstención. Pues bien, como ya he dicho en la anterior entrada y en alguna otra ocasión (con leer el tercer párrafo de lo enlazado es suficiente para lo que digo), yo me manifiesto como contrario a este sistema. Y no pasa nada, ni me pasa nada. Pero ellos no, ellos, desde el principio, supongo que pretendiendo aparecer como buenos, dejaron claro que no iban en contra del sistema, que pretendían convencer al personal de lo bueno del voto, no a los grandes partidos, pero voto. Por tanto, la abstención no deberían tomarla como muestra del éxito de sus manifestaciones o propuestas. Sigo pensando que dicen cosas que suscribo a pies juntillas. Sigue chocándome que no haya habido incidentes con la cantidad de personas congregadas, lo bien que están organizados. La buena intención prístina, aparentemente al menos, de tratar de remover consciencias y conciencias. Respecto a este objetivo, mira por donde, habría que hablar, habría que desmenuzar un poco su consecución, sus causas y efectos. Veamos: la consciencia ha podido verse iluminada en algunos casos. O en muchos: no porque piense que el personal esté adormecido, sino porque a lo mejor no pensaba de manera demasiado coherente, quizá porque ya se había preocupado el poder de tratar de anestesiar, de tratar de no permitir al individuo pensar mucho. Lo uno lleva a lo otro: ser pensador, buscar argumentos, lleva a que la conciencia nos diga qué debemos hacer, cómo hemos de comportarnos. Y así podríamos interpretar muchos de los números que han salido en cuanto a los votos del día 22: unos han pensado y, conmovidos, han actuado; otros, con la consciencia siempre alerta o despierta y con la conciencia siempre igual, inamovible (probablemente, según la definición que de esa cosa recuerdo que se hacía en el catolicismo, serían de conciencia laxa, en modo alguno bien formada ni escrupulosa), también han actuado: gentes que presentan a delincuentes para ser sometidos a plebiscito; gentes que aclaman a esos delincuentes, quizá porque les envidien, porque quieran medrar como ellos, esas gentes no se conmueven. Estas manifestaciones no les hacen mella. Ghandi no hubiera tenido “chance” en estos tiempo y lugar. Sigo pensando que no veo claro ese movimiento yo, aun no siendo evidentes las corbatas, no sé si no las hay.

Esta noche, a las 9, toca tertulia, a ver si hablamos de todo esto, a ver si obtengo algún punto que me aclare todo este mar de dudas en el que me muevo.

Pero lo de las corbatas lo tengo claro: no me cuacan; podría soportar las de tipo “Blues Brothers”, esas que no terminan en punta de flecha, son negras y delgadicas. Me resultan simpáticas –aunque, insisto, no soy de corbatas yo, en todo caso me inclinaría por la pajarita-.

viernes, 20 de mayo de 2011

SE VEÍA VENIR


Ya hace unos años, desde 2004 puede decirse, que voy tomando decisiones de mucho fuste. Todas las que tomamos son decisivas, claro es, pero no se me negará que las hay de especial trascendencia por motivos diversos, qué sé yo, en mi caso hablo de cambiar mi vida varias veces y drásticamente, al venirme de Málaga, al casarme, etc. Ahora, ambos dos –mi señora y yo- estamos en un trance expectante, hoy, que es cuando acaba la campaña electoral, por cuanto el domingo nuestra vida pudiera tomar un rumbo que hace dos meses ni hubiéramos pensado.
Hace unos días se empezó a manifestar por las redes –o por la red, qué sé yo acerca de esto-, a la manera característica de ese medio, la desilusión, el desencanto del personal con este tipo de sociedad –la llamada occidental, grosso modo-, culminando en la convocatoria a las concentraciones del día de San Isidro.
Parece haberse trocado ese ambiente de descontento y desesperanza por un atisbo de ilusión. Quizá sea sentir la comunión con muchos otros lo que haya propiciado ese cambio. Reivindican muchas cosas con las que estoy en completo acuerdo. Por ejemplo, podrían recogerse firmas para cambiar la ley electoral, ya que hemos de aguantar este sistema, para que sea justa por proporcionalmente representativa –ya lo he dicho en alguna ocasión en este blog-.
Por ahí hay gente que, de muy buena fe y con cabecicas bien amuebladas, estoy seguro, hablan acerca de este fenómeno o acontecimiento. Al final pondré enlaces a algunos de los que he leído, pero al final, que, si los pongo ahora, el personal se me distraerá pinchándolos.
Hay muchas cosas que se me ocurren, pensando en todo esto. Considero admirable el autocontrol demostrado. Es decir, siendo tantos, no ha aparecido la violencia. Durante todo el tiempo que ha servido para gestar este alumbramiento, la cosa ha ido madurando. El personal ha ido hartándose de aguantar mangoneos e impunidad. Y opresión. Yo creía que estaban apretando mucho los tornillos los apretadores de tornillos. Demasiado. Que estaban achuchando hasta arrinconar. Y es bien sabido que, cuando no se deja salida, el acorralado sólo tiene dos opciones, una de ellas, la rebelde, en muchas ocasiones es violenta. Sin embargo, al modo de Ghandi, el personal ha decidido ser pacífico en la manera de ser rebelde. Así pues, también eso lo aplaudo, pues demuestran inteligencia, entre otras cosas.
La organización de todo y de todos me desconcierta: no sé cómo se ha hecho. No por ello se me ocurre sospechar que haya manipulación detrás. O quién sabe qué fantasmas, como algunos piensan. Por cierto, me acabo de acordar, al hilo de esto, de alguien que tiene en la cabeza una fijación fantasmagórica de ese jaez: aquí al lado, en Ejea, nuevamente se ha podido oír al mequetrefe ése que fue ministro del Interior decir las barbaridades que suele. Aun siendo él desacertadico, sus correligionarios son más responsables pues que aparentan estar en sus cabales. Y, si realmente quisieran jugar con las reglas de una democracia de verdad, una vez dicha la primera impertinencia-tontada-injuria por ese pobre hombre, le habrían impedido decir más. Pero no es el caso ni puede serlo, dado que no es la democracia su fuerte ni tan siquiera lo que quieren, salvo para aprovecharse de ella, como es evidente. Y, por cierto, hablando de quien todas las estupideces aludidas antes profiere, se podía haber hecho algo bueno por él, estando tan cerca de Sádaba: creo que hubiera sido pertinente haber aprovechado y haberlo depositado al lado del pantano de Valdelafuén.
Pero, en fin, todo ello, siendo la misma historia, es otra historia.
Hay quien dice por ahí que el movimiento que se me ocurre llamar “Toma la calle” es contrario al sistema. Y simplemente es mentira: si dicen que quieren que se vote, si dicen que quieren cambiar la ley electoral, es que están de acuerdo en seguir con este sistema. Modificándolo, pero nada más. He oído, sin embargo, a alguno de los que se han apuntado al carro, decir lo contrario. Y, por cierto, tampoco creo que sea grave o descabellado no estar de acuerdo con este sistema ni que que así se esté implique ser ogros viles y violentos o sádicos cuyo comportamiento propenda la sevicia.
Me gusta que haya movimientos de este tipo. Y me gusta que, de momento y según parece, no se hayan dejado manipular. Aunque hay frikis –que sé de alguno de los que están en Zaragoza que lo son y mucho- que se apuntan esnobmente –se me valga el palabro-; aunque no me guste el modo en que, según he oído en la radio a ellos mismos decir, se lleva la intendencia –hay carencias de autogestión o sobras de abuso, según se mire-; aunque haya quienes se van a aprovechar, sin duda, y encima casi ni son nada –y, mal que me pese, se demuestra que, en realidad, nunca lo han sido-, a pesar de todo eso, me gusta, me ilusiona y confirma mis “historias” en cuanto a que no hay que perder la alegría y las ganas de arrimar el hombro para con el hombre.
Aburriría si siguiera hablando todo lo que quiero, así que guardaré para otra entrada algo. Ahora sólo diré que he tenido conocimiento de que la Junta Electoral Central ha decidido –creo que es otro el verbo a usar, dictaminar o sentenciar o algo así, pero yo no entiendo de leyes ni de ese argot- que han de levantar el campamento las gentes que estaban acampadas haciendo ver esa iniciativa de la que voy hablando todo el rato, los Indignados. Y que un grupo político ha interpuesto una protesta por ello –no sé si ha de decirse querella o recurso- en un juzgado… ah, sí, ante el Tribunal Supremo, a las 13:56. Pensando estas cosas ante el teclado, he oído ahí abajo en la calle una conversación. Una señora empujaba un cochecico de crío donde iba un crío, y se han cruzado con una mujer. Ésta, mirando al rorro, le espeta a buen volumen: “¿Ande vas pues, amante?” El crío movía las piernas muy contento y contesta la otra: “Dile: a merendar” “¿A merendar con la yaya?” “Dile: sí” “¿Y el yayo, andestá pues el yayo?” “Dile: al campo” “¿Al alfalceee?” “Dile…” En fin, así hablan muchas veces las gentes. Nunca lo hice yo con mis hijos –Roberto cumplió 29 años el recientemente pasado día de San Pascual Bailón, o sea, que ya hace tiempo de lo que digo que no hice- pues nunca me ha gustado esa manera. Y son críos a los que suplantamos y que en muchos casos podrían contestar. El movimiento del que hablo, aun siendo joven, creo que tiene suficientes recursos como para que ahora se venga manifestando como valedor de sus derechos una formación que, como digo, pudiera hasta salir beneficiada con su existencia –también es cierto que bastante perjudicada ha sido hasta la presente, aparte de por sus dirigentes, por las leyes democráticas no justas ni igualitarias o igualizadoras, que no sé cómo estará mejor dicho, si es que lo está de alguna de las dos maneras-.
Los enlaces:

viernes, 6 de mayo de 2011

LO QUE PASA ES... LO QUE PASA


El pasado lunes, el día 2, fue la Feria del Libro de Tauste. Ya era la edición decimotercera. Que se dice pronto. No voy a hacer resumen o crónica, que hay otros sitios y blogs en los que se hace, pero quiero dejar constancia de que los homenajes que se brindaron a José Antonio Labordeta fueron entrañables y el personal colaboró y se dejó llevar. O sea, que se emocionó y, en algunos casos, conoció alguna de las facetas de ese buen hombre, que tan buen de todo bueno fue.

Ayer, día 5 de mayo, la tertulia que tocaba salió muy bien. Al menos, eso me pareció a mí, por la forma en que tratamos los temas y por los temas. ¿O al revés? Se nos pasó el rato sin enterarnos, y eso es buena señal. Además, parece que al personal va interesándole y van incorporándose contertulios.

Las tertulias no tienen una definición unánimemente aceptada. Sin embargo, parece que se está de acuerdo en que no se tiene por qué estar de acuerdo en las opiniones que en ellas se manifiestan, aun cuando en más de una ocasión se llegue a acuerdos y conclusiones y propuestas acordes. Y anoche pasó de todo. Hubo de todo a lo que acabo de aludir. Y hablamos de política y de antropología y de filosofía y de poesía y de erótica y de griegos, romanos y egipcios, y de pintura y de arte y de compromiso social…

Y ahora, al ponerme a escribir estas reflexiones, me he acordado de que hoy es el día en el que empieza la campaña electoral.

Y también he recordado que, recientemente en dos ocasiones, en el servicio de caballeros de la quinta planta del edificio de Interfacultades de la Universidad de Zaragoza, me he encontrado con una concentración de limpiadoras –no menos de cinco- de cháchara. Por cierto, entra uno a mear y ellas allí se quedan, ni amago de salir hacen. Pues bien, mientras pixo, las oigo hablar y las dos veces lo hacen poniendo a caldo a alguien que no está allí. Ignoro la razón que tendrán en sus asertos, claro: no conozco a la persona ausente. En todo caso, están de acuerdo todas, lo que me hace sospechar que igual es mejor no faltar, a fin de que no te despellejen.

Total, que he pensado en que, con la que está cayendo –como gusta decir alguno de los candidatos a la alcaldía de Tauste con frecuencia alta, vamos, que es una coletilla-, en el sentido de que la ruina se cierne sobre todos y cada uno de los respiradores normales y la hambruna sobre bastantes, a lo mejor podríamos cambiar de hábitos. Me explico: en los mítines políticos lo usual es que los asistentes sean de la misma manera de pensar que los que los ofician, de modo que se ven muchas sonrisas, hay aplausos, abrazos, besos, todo muy bonito y eufórico. Pero no acabo de verle sentido práctico, amén de que tengo entendido que es una práctica ciertamente onerosa. Y me pregunto si no sería mejor, en cambio, y hablo de Tauste, que se juntaran un día en la Casa de Cultura los candidatos de las cinco formaciones que se presentan para representarnos y nos explicaran qué piensan hacer y cómo, y respondieran a preguntas que les hiciéramos los que asistiéramos… y ya está. Así no sería preciso gastar tanto en todas las cosas que se suelen gastar en estos periodos y de cuya eficacia, insisto, dudo sobremanera.

Y ahora quiero mencionar un algo que me afectó hace unos días. A Eduardo Galeano, cuyo libro “Las venas abiertas de América Latina” leí, pues me lo prestó mi amigo, el colombiano Álvaro García Hurtado, cuando me estrenaba en la Universidad, allá por 1975, le tenía en una alta consideración. Desde entonces. Y ahora no es que se me haya caído al barro, pero no ha dejado de desconcertarme, como digo, ese algo de lo que tuve conocimiento que dijo y que transcribo a continuación: En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”. No creo que sea de una trascendencia supina ni mucho menos, pero sí que me parece de una frivolidad de escándalo… con la que está cayendo.