Curiosas cosas, nada más
Ayer, por fin,
corríamos Mateo y yo. Mientras, me hablaba de hoy.
Me dijo que llevaba
tiempo caviloso por unas revelaciones que le había propinado, días atrás, un
político, del que no me quiso dar más datos por ser conocido. Conoce gente de
la política por todos sitios y de todos los “colores”. Gallegos, astures,
cántabros, vascos, aragoneses, madrileños, extremeños, andaluces, murcianos…
como para adivinar quién era aquél. Me parece que pudiera ser antropólogo, sociólogo
o algo similar. A lo mejor así “reduzco el círculo” y doy con su identidad.
Añadía que
esta persona sabía que muchísimos de los catalanes que quieren manifestarse votando
el día 9 de noviembre, lo que pretenden realmente es mostrarse desafiantes ante
quienes aparentan percibir como “los otros”, los demás españoles, contando con
que la consulta no tiene valor, realmente, salvo el testimonial. Sería distinto,
dice, si el resultado fuera vinculante.
Dice Mateo que
decía que sería interesante que se diera forma a eso que llama el “chef”
Junqueras “clamor popular”, es decir, que se procurara legalidad a un
referéndum vinculante (eso sólo puede ser, al parecer, convocándolo para todos
los que habitamos España). Dice saber que en ese caso cambiarían totalmente los
votos de los catalanes, tanto los que se manifestaron el año pasado por las
carreteras, como los que hogaño, en el tercer centenario de la toma por los
borbones de Barcelona, forman la “uve” en esa preciosa ciudad. Que muchos se sorprenderían
al observar que la respuesta sería claramente a favor de la independencia;
pero claramente en contra, entre los catalanes. El clamor popular por la
independencia catalana parece cierto, pero fuera de Cataluña. Los catalanes
saben que para ellos sería una catástrofe pues, al pagar la orquesta de la
verbena, el beneficio es menor.
Concluía
diciendo que Oriol no permanecería en esa república nueva. Viviría trabajando
en la Universidad de Salamanca o en la de Zaragoza, en cualquiera de ellas
tendría tajo.
Mateo, lo
había olvidado, también conoce políticos catalanes.
Pero yo, hoy, conmemoro
el chandrío contra Allende y los chilenos, hace 41 años.